domingo, 9 de agosto de 2009

Lunes 13 de julio de 2009






Hermanos:

Ante todo pedir excusas por el retraso en la salida de este poema de lunes. Parece que el fin de semana no fue suficiente y todavía estoy con trabajo atrasado.


Esta semana seguimos con el tema de Honduras sin resolver. En el ámbito local dominicano tenemos reclamos de transparencia en la gestión pública. Hoy aparece en la prensa un comunicado firmado por más de treinta organizaciones empresariales y comunitarias pidiendo transparencia y acciones en contra de la corrupción.

En dominicana, la vía más rápida de movilidad económica y social es la política. El pobre de solemnidad que se engancha a político, si logra ascender, en poco tiempo tiene haberes millonarios en dólares y el que no llega a la cúspide también se lucra vía el clientelismo. Conozco políticos que fueron mis amigos cuando eran pobres que hoy en su declaración jurada de bienes exhiben sin pudor activos por 10 ó 20 millones de dólares. Eso no es posible obtenerlo con sueldos de seis mil dólares mensuales.

Bueno, ya llegará el tiempos de los honrados.

Ahora a lo nuestro.

Continuando con la poesía contemporánea, hoy les traigo a Vicente Gallego, valenciano nacido en 1963.

Que tengan bonita semana.

Mario



septiembre, 22

Me dices que es absurdo el universo,
que la vida carece de sentido.
Pero no es un sentido lo que busco,
cualquier explicación o una promesa,
sino el estar aquí y a la deriva:
una simple botella que en la playa
aguarda la marea.
Sí, la palabra justa es abandono:
una dulce renuncia que me nombra
señor y dueño al fin de mi camino.
Queden hoy para otros
los afanes del mundo, y que mi mundo sea
la magia de esta casa
tomada en su quietud por la penumbra,
saber que nadie llegará
a interrumpir mi tarde,
que no habrá sobresaltos,
ni voces, ni horas fijas,
porque ahora es tan sólo transcurrir
mi gran tarea.

septiembre, 30

No ha sido fácil comprender el mar,
las rocas, su volumen,
la concreción del tiempo en la materia
más real, la verdad del mundo en el vaivén
del viento y la marea, en la quietud
que el arrecife opone al oleaje,
en el fragor eterno del silencio,
que es una voz antigua e innumerable.
El mar que se resiste al adjetivo,
que en su enigma desprecia
definición o imagen más allá
de ese asombro que afirma en cualquier muerte
la vida que no acaba, esa vida del agua
que ha sido tantas otras y que ahora
es también ésta nuestra.
El mar,
y una noche sin luna ni tormenta,
el mar únicamente y yo, aquí,
este íntimo acuerdo con mis pasos:
tan sólo quien se busca en el camino
y al encontrarse al fin está desnudo.

octubre, 11

El aislamiento fértil y elegido,
la soledad sin drama: constatación serena
de un espacio ante el mar sin compañía,
de una ascesis que imponen las ausencias
y que crece hacia adentro
como crece la paz en la renuncia.
Unión ansiada y perdurable
con el mar, mar que yo contemplo, mar
que a mí me envuelve, mar o muerte
de lo ajeno.
Y la luz cenital del mediodía,
los ojos que se rinden a esa luz.
El sol, las rocas, el sonido irreal de la marea
que me arrastra despacio hasta la cumbre,
hasta este instante en que la luz soy yo.

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