domingo, 29 de agosto de 2010

Lunes 30 de agosto de 2010




Hermanos:

La verdad es que ser caribeño y dominicano, es una bendición y un privilegio. En estas tierras la vida se abre paso con verdaderas ganas. Quizás porque tuteamos a la muerte y porque la tenemos siempre tan cercana, nos resulta tan fácil encontrar el rastro de la vida y perseguirla con ahínco.

Una tierra de contrastes. Noten cómo la presencia cercana de la muerte nos puede convertir en perseguidores fanáticos de la vida. En alguna ocasión leí un comentario de Gabriel García Márquez que decía que en la lucha cultural entre Estados Unidos y Latinoamérca, los latinoamericanos teníamos todas las posibilidades de ganar; que a tanto abuso y a tanto latrocinio Latinoamérica había respondido pariendo. Es lo mismo: La muerte que te ronda y respondes con vida!

Esa respuesta de vida es la que nos permite convertir en fiesta el encuentro cotidiano con el amigo, la que nos aprieta en un abrazo y nos funde en un beso. Tierra de milagros en donde lo sobrenatural, como en Macondo, es cotidiano.

Un ejemplo de esa realidad que nos desborda es la noticia de primera plana de El Nacional de hoy domingo, uno de los diarios emblemáticos de Santo Domingo. El titular decía: "Loro ayuda a investigar asesinato de señora".

El caso es muy triste y llena de indignación porque como sociedad no hemos entendido que la delincuencia parte precisamente del contraste vergonzoso entre una pobreza que duele y una riqueza que ofende. Crecemos económicamente y ese crecimiento no se traduce en calidad de vida del dominicano. Pero ahora quiero hacer el comentario no del hecho en si, que nos causa profunda tristeza e indignación, sino de la noticia.

Al leer la noticia nos enteramos que la muerte, siempre cercana, había cobrado una nueva víctima, una señora dominico-italiana de sesenta años de edad. Cuando la policía, alertada por los vecinos, entró en la residencia de la señora, la víctima yacía en el piso y el loro, encima de ella y ensangrentado, recitaba de viva voz nombres de personas. En un primer momento la prudencia aconsejó que no se le prestara mucha atención al loro, pero una vez iniciadas las pesquisas, uno de los detenidos reveló tres nombres que resultaron estar incluidos entre los denunciados por el loro. Ahora, conforme siempre a la noticia, los familiares de la víctima brindan protección al loro y la policía insiste en no admitir como válidas sus declaraciones; vano intento el de la policía, pues todos los policías son dominicanos y aquí para nadie es sorpresa que el loro sepa algo.

Bien, vamos a lo nuestro. En el 1974 hubo un evento en Santo Domingo que se llamó "Siete días con el pueblo". Era la época de la nueva canción y vinieron muchos cantores de nuestra América. En ese encuentro conocí a Silvio y a Noel Nicola.

A ese encuentro estuvo invitada  Gloria Martín, poeta venezolana. No pudo participar porque el Gobierno Dominicano consideró que era demasiado comunista y le negó la visa. Me gustaría encontrar su obra. No encuentro nada en Internet y sé que por lo menos tiene un libro que se llama "El Perfume de una època" que en Amazon aparece el título pero está agotado. De manera que ya saben, ese es uno de mis unicornios... Cien mil o un millón yo pagare...

Hoy les traigo un poema de Gloria Martín que de alguna manera ha sido himno para mí desde mis veinte años.

Que tengan bonita semana.

Mario
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Yo tenía

Yo tenía una almohada,
una casa sencilla,
un perro, una escalera
y una estrella amarilla.

Y esperaba la vida
y eso era la vida.

Y era feliz del todo,

Pero no lo sabía,
pero no lo sabía,
pero no lo sabía...

domingo, 22 de agosto de 2010

Lunes 23 de agosto de 2010





Hermanos:

El martes pasado asistí a la reunión mensual de un grupo que trata temas científicos. Básicamente astrofísica, algo de astronomía y en algún momento hemos tocado algún tema de biología.

En esta oportunidad Pascual Peña Nova, dominicano de Santiago de los Caballeros, nos propuso crear un universo alternativo que, para variar, partiera de un Espacio-Tiempo discreto, no continuo. En un universo de ese tipo se puede pasar de la posición uno a la posición dos sin pasar por la posición uno y medio. Por chocante y absurdo que parezca un universo de ese tipo, parece ser que el nuestro es así y que la sensación de continuidad que percibimos, no es más que una terca ilusión de los sentidos.

Hicimos el ejercicio y, siempre de la mano de Pascual, construimos un universo en el cual, sin mucho misterio, se podían establecer como válidas las ecuaciones relativistas, y la misma velocidad de la luz podía ser comprendida fácilmente como velocidad límite.

Me falta formación para saber si lo que plantea Pascual es correcto, pero estoy seguro de que es un notable esfuerzo intelectual y luce que tiene la armonía propia de las grandes verdades.

Debo aclarar que afortunadamente estas reuniones no tienen el rigor de la academia. Nos reunimos en el salón privado de un restaurante y acompañamos la creación del universo con buen vino. De manera que al finalizar la noche todo es alegría y desenfado, los campos de la física se unifican y el Sol puede salir por donde le venga en gana.

Bien, dejemos los universos alternativos y vamos a lo nuestro.

Hoy les traigo de nuevo a Fernando Valverde, poeta granadino extraordinario. El poema que les traigo es "El beso" y pertenece a su obra "Razones para huir de una ciudad con frío". A mi me basta con el título de la obra para declararlo enormísimo poeta!!!

Que tengan bonita semana.

Mario
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El Beso
Viena,
22 de febrero de 1907,
la nieve se descubre en los balcones
y sirve de escondite a los amantes.
Eres tan vulnerable
que al encontrarte ahora,
más de un siglo después, atrapada en sus brazos,
no distingo el dolor de la felicidad
y el peligro que acecha dentro de los colores
es una cicatriz que coleccionas,
una historia en la carne
capaz de un erotismo que conoces.
Fue un invierno tan frío
que los cisnes cantores emigraron al sur
sin recibir noticias
de un jardín en tu cuerpo
coronado de flores.
Era el amor tan dulce como blanca tu piel
que recibió sus labios
con un atardecer en las mejillas.
Once inviernos más tarde
no nevaba en Viena y acudiste a sus brazos
para decirle adiós.
Me resisto a creer que fueras tú.

Mira la lluvia ahora,
no hay praderas posibles en los pies,
se ha borrado la magia
y al abrirse tus ojos se sorprenden
de ver cómo la vida se presenta de nuevo.
Sin embargo,
no podría negar que estuvieras allí
un día de febrero de 1907
con los ojos cerrados y el miedo en las rodillas.
No debes preocuparte,
te guardaré el secreto,
a pesar del dolor que me produce
saber que te has quedado para siempre
entre un beso inmortal y un precipicio.

lunes, 16 de agosto de 2010

Lunes 16 de agosto de 2010




Hermanos:

"Plumón de nido,
nivel de luna,
salud del oro,
guitarra abierta..."

Así, apelando a esas metáforas, Pedro Mir, nuestro Poeta Nacional, dibujaba a mediados del siglo pasado la realidad de una sociedad tierna, pobre, injusta y abandonada a su infortunio. Esa ha sido nuestra realidad desde siempre. Todavía somos tiernos, somos pobres, somos injustos y no podemos sentirnos más abandonados.

Somos un pueblo joven con una historia de victorias fugaces que perecen ahogadas en un mar de intereses y traiciones. Un país "...sencillamente tórrido y pateado, como un adolescente, en las caderas...", otra vez Pedro Mir.

Lo que une a ese pueblo no son las grandes leyendas, que no tenemos; tampoco los héroes, que el abandono se ha encargado de quitarnos, en un país en donde arrancarle el pan al mediodía es un acto de heroísmo cotidiano. Lo que no ha podido ni la traición, ni el abandono, es quitarnos el sueño. Lo que nos une como pueblo es un sueño. Es un vínculo débil, sobre todo porque lo que traemos a la conciencia son retazos de ese sueño. No tenemos la visión completa.

Ahora tenemos una gran oportunidad para darle forma a ese sueño entre todos. Nos referimos a la discusión abierta sobre la Estrategia Nacional de Desarrollo que deberá regir con fuerza de ley hasta el año 2030.

Cabe la posibilidad de que los resultados de ese debate convocado por el gobierno perezcan en el mar de intereses y traiciones; pero la oportunidad de soñar y construir juntos ese sueño es preciosa y la debemos aprovechar.

El camino hacia la tierra prometida tiene delante un desierto que hay que atravesar guiados por la Fe. En el desierto estamos y ese sueño acrecienta la fe.

Bien, mañana es feriado en Santo Domingo. Celebramos nuestra segunda independencia o como se conoce en nuestra historia, La Restauración. En la primera independencia nos independizamos de Haití en 1844, no de España como los demás pueblos de América Latina. Esa independencia pereció en el mar de intereses y traiciones del que hablábamos y volvimos a ser colonia de España desde 1861 hasta 1865 cuando se logró independizarnos de nuevo, esta vez de España, y restaurar la República.

Hoy les traigo a Pedro Mir con el poema emblemático dominicano: Hay un país en el mundo.

Que tengan bonita semana.

Mario
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Hay un país en el mundo
Hay
un país en el mundo
                            colocado
en el mismo trayecto del sol,
Oriundo de anoche,
                            colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.
                            Sencillamente
liviano,
                como una ala de murciélago
apoyado en la brisa.
                            Sencillamente
claro,
      como el rastro del beso en las solteras antiguas.
      o el día en los tejados.
                            Sencillamente
frutal, fluvial. Y material. Y sin embargo
sencillamente tórrido y pateado
como una adolescente en las caderas.
Sencillamente triste y oprimido.
Sinceramente agreste y despoblado.
En verdad.
Con dos millones
                            suma de a vida
y entre tanto
                cuatro cordilleras cardinales
y una inmensa bahía y otra inmensa bahía,
tres penínsulas con islas adyacentes
y un asombro de ríos verticales
y tierra bajo los árboles y tierra
bajo los ríos y en la falda del monte
y al pie de la colina y detrás del horizonte
y tierra desde el cantío de los gallos
y tierra bajo el galope de los caballos
y tierra sobre el día, bajo el mapa, alrededor
y debajo de todas las huellas y en medio el amor.
Entonces
        es lo que he declarado.
                            Hay
un país en el mundo
sencillamente agreste y despoblado.
Algún amor creerá
que en este fluvial país en que la tierra brota,
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde el día tiene su triunfo verdadero,
irán los campesinos con asombro y apero
a cultivar,
        cantando
                            su franja propietaria.
Este amor
quebrará su inocencia solitaria.
                            Pero no.
Y creerá
que en medio de esta tierra recrecida,
donde quiera, donde ruedan montañas por los valles
como frescas monedas azules, donde duerme
un bosque en cada flor y en cada flor de la vida,
irán los campesinos por la loma dormida
a gozar
        forcejeando
                            con su propia cosecha.
Este amor
doblará su luminosa flecha.
                            Pero no.
Y creerá
que donde el viento asalta el íntimo terrón
y lo convierte en tropas de cumbres y praderas,
donde cada colina parece un corazón,
en cada campesino irán las primaveras
cantando
        entre los surcos
                            su propiedad.
Este amor
alcanzará su floreciente edad.
                            Pero no.
Hay un país en el mundo
donde un campesino breve
seco y agrio
                            muere y muerde
descalzo
        su polvo derruído,
y la tierra no alcanza para su bronca muerte.
¡Oídlo bien!  No alcanza para quedar dormido.
Es un país pequeño y agredido. Sencillamente triste,
triste y torvo, triste y acre. Ya lo dije
sencillamente triste y oprimido.
No es eso solamente.
                            Faltan hombres
para tanta tierra. Es decir, faltan hombres
que desnuden la virgen cordillera y la hagan madre
después de unas canciones.
                            Madre de la hortaliza.
Madre del pan. Madre del lienzo y del techo.
Madre solícita y nocturna junto al lecho...
Faltan hombres que arrodillen los árboles y entonces
los alcen contra el sol y la distancia.
Contra las leyes de la gravedad.
Y les saquen reposo, rebeldía y claridad.
Y hombres que se acuesten con la arcilla
y la dejen parida de paredes.
                            Y hombres
que descifren los dioses de los ríos
y los suban temblando entre las redes.
Y hombres en la costa y en los fríos
                            desfiladeros
y en toda desolación.
Es decir, faltan hombres.
                            Y falta una canción.
Miro un brusco tropel de raíles
son del ingenio
sus soportes de verde aborigen
son del ingenio
y las mansas montañas de origen
son del ingenio
y la caña y la yerba y el mimbre
son del ingenio
y los muelles y el agua y el líquen
son del ingenio
y el camino y sus dos cicatrices
son del ingenio
y los pueblos pequeños y vírgenes
son del ingenio
y los brazos del hombre más simple
son del ingenio
y sus venas de joven calibre
son del ingenio
y los guardias con voz de fusiles
son del ingenio
y las manchas del plomo en las ingles
son del ingenio
y la furia y el odio sin límites
son del ingenio
y las leyes calladas y tristes
son del ingenio
y las culpas que no se redimen
son del ingenio
vente veces lo digo y lo dije
son del ingenio
"nuestros campos de gloria repiten"
son del ingenio
en la sombra del ancla persisten
son del ingenio
aunque arroje la carga del crimen
lejos del puerto
con la sangre y el sudor y el salitre
son del ingenio.
Plumón de nido nivel de luna
salud del oro guitarra abierta
final de viaje donde una isla
los campesinos no tienen tierra.
Decid al viento los apellidos
de los ladrones y las cavernas
y abrid los ojos donde un desastre
los campesinos no tienen tierra.
El aire brusco de un breve puño
que se detiene junto a una piedra
abre una herida donde unos ojos
los campesinos no tienen tierra.
Los que la roban no tienen ángeles
no tienen órbita entre las piernas
no tienen sexo donde una patria
los campesinos no tienen tierra.
No tienen paz entre las pestañas
no tienen tierra no tienen tierra.
País inverosímil.
                            Donde la tierra brota
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde alcanza la estatura del vértigo,
donde las aves nadan o vuelan pero en el medio
no hay más que tierra:
                            los campesinos no tienen tierra.
Y entonces
            ¿De dónde ha salido esta canción?
¿Cómo es posible?
                            ¿Quién dice que entre la fina salud del oro
            Los campesinos no tienen tierra?
Esas es otra canción. Escuchad
la canción deliciosa de los ingenios de azúcar
y de alcohol.
Procedente del fondo de la noche
vengo a hablar de un país.
                            Precisamente
pobre de población.
         Pero
                            no es eso solamente.
Natural de la noche soy producto de un viaje.
Dadme tiempo
             coraje
                            para hacer la canción.
Y éste es el resultado.
                            El día luminoso
regresando a través de los cristales
del azúcar, primero se encuentra al labrador.
En seguida al leñero y al picador
                            de caña
rodeado de sus hijos llenando la carreta.
Y al niño del guarapo y después al anciano sereno
con el reloj, que lo mira con su muerte secreta,
y a la joven temprana consiéndose los párpados
en el saco cien mil y al rastro del salario
perdido entre las hojas del listero. Y al perfil
sudoroso de los cargadores envueltos en su capa
de músculos morenos. Y al albañil celeste
colocando en el cielo el último ladrillo
de la chimenea. Y al carpintero gris
clavando el ataúd para la urgente merte,
cuando suena el silbato, blanco y definitivo, que el reposo contiene.
El día luminoso despierta en las espaldas
de repente, corre entre los raíles,
sube por las grúas, cae en los almacenes.
En los patios, al pié de una lavandera,
mojada en las canciones, cruje y rejuvenece.
En las calles se queja en el pregón. Apenas
su pié despunta desgarra los pesebres.
Recorre las ciudades llenas de los abogados
que no son más que placas y silencio, a los poetas
que no son más que nieblas y silencio y a los jueces
silenciosos. Sube, salta, delira en las esquinas
y el día luminoso se resuelve en un dólar inminente.
¡Un dólar!  He aquí el resultado.

Un borbotón de sangre.
Silenciosa, terminante. Sangre herida en el viento.
Sangre en el efectivo producto de amargura.
Este es un país que no merece el nombre de país.
Sino de tumba, féretro, hueco o sepultura.
Es cierto que lo beso y que me besa
y que su beso no sabe más que a sangre.
Que día vendrá, oculto en la esperanza,
con su canasta llena de iras implacables
y rostros contraidos y puños y puñales.
Pero tened cuidado. No es justo que el castigo
caiga sobre todos. Busquemos los culpables.
Y entonces caiga el peso infinito de los pueblos
sobre los hombros de los culpables.
Y esa es mi última palabra.
                            Quiero
oirla. Quiero verla en cada puerta
de religión, donde una mano abierta
solicita un milagro del estero.
Quiero ver su amargura necesaria
donde el hombre y la res y el surco duermen
y adelgazan los sueños en el germen
de quietud que eterniza la plegaria.
Donde un ángel respira.
                            Donde arde
una súplica pálida y secreta
y siguiendo el carril de la carreta
un boyero se extingue con la tarde.
Después no quiero más que paz.
                            Un nido
de constructiva paz en cada palma.
Y quizás a propósito del alma
el enjambre de besos
                            y el olvido.

Pedro Mir

Lunes 9 de agosto de 2010



Hermanos:

A finales de los años ochenta empecé a interesarme en el tema de la Sincronicidad (Synchronicity en inglés). Quien acuñó el término fue Carl Jung, psiquiatra y psicólogo suizo de mediados del siglo pasado.

Básicamente la sincronicidad es la ocurrencia de dos o más eventos que no están unidos por relaciones del tipo causa - efecto, pero que son altamente significativos para la persona que los experimenta. De manera que lo que une a esos eventos es su significado y resulta que ese significado, ese valor, se lo da la persona que los experimenta.

El ejemplo clásico que presentaba Carl Jung era el de un paciente suyo que había soñado con un escarabajo de oro. Cuenta Jung que en el momento en que el paciente estaba contándole su sueño, escuchó el golpeteo en el cristal de la ventana, de un escarabajo tratando de entrar a la habitación que ocupaba junto con el con el paciente. Le abrió la ventana y lo atrapó al vuelo.

El universo de posibilidades que se abren con esta nueva visión es gigante. Si de alguna manera (evidentemente no causal) el paciente modificó la realidad física de su entorno de modo tal que apareció el escarabajo, estamos en presencia de una herramienta para moldear futuro distinta a la clásica de causa - efecto.

De ser cierta esa relación de sincronicidad, además del clásico recurso de sembrar naranjas para obtener, en un futuro, naranjales; podemos también acceder a un cierto estado de conciencia a los fines de materializar, en un futuro, cualquier escarabajo.

Pues bien, actualmente estoy leyendo Synchronicity: The inner path of leadership (algo así como Sincronicidad: El camino interior del liderazgo)  de joseph Jaworski. De veinticuatro capítulos voy por el nueve y todo indica que esas sincronicidades nos están ocurriendo a diario pero para percatarse de las mismas se necesita una actitud orante (el autor no lo dice de ese modo) es decir, andar por la vida con el corazón abierto y dispuesto a escuchar.

Me ilusiona la idea de que un día nos miremos y pueda descubrir mi sueño en tu sueño y que de una manera misteriosa eso acerque el futuro promisorio.

Hoy les traigo a un poeta que sin saber nada de sincronicidad ya sabía que había otra forma de mirar, que había otros ojos que miran por encima del aire, por encima de toda transparencia distante...

Ahora un paréntesis. Los poetas lo saben todo. Federico García Lorca, que posiblemente no pudo tener un acercamiento intelectual a la teoría de la relatividad, produjo unos versos que dicen:

El canto quiere ser luz
en lo oscuro el canto tiene
hilos de fósforo y luna.

La luz no sabe qué quiere:

En sus límites de ópalo,
se encuentra ella misma
y vuelve.

Actualmente la comunidad científica discute cual es el tipo de universo en que vivimos: Podría ser abierto si la masa total del mismo no es capaz de frenar gravitatoriamente la expansión; podría ser cerrado si la masa total del mismo es capaz de frenar gravitatoriamente la expansión e invertirle el sentido iniciando la implosión del universo; podría ser estacionario si la cantidad total de masa es capaz de frenar la expansión pero no es capaz de iniciar la implosión.

Yo no tengo dudas, es cerrado. Me lo dijo Federico: "...en sus límites de ópalo, se encuentra ella misma y vuelve"

Bien, como les dije, hoy les traigo de nuevo a Franklin Mieses Burgos, un poeta al que no sé por que lo llevo tan conmigo en estos días. Canción de los ojos que no se fueron.

Que tengan bonita semana.

Mario
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Canción de los ojos que no se fueron

Se me fueron los ojos por mirar la presencia
posible de las cosas que pasan como el río,
como el pájaro blanco de una luna sin alas,
como el cristal en donde se desnuda el silencio.

Desde niño se fueron...
y ahora tengo en la sangre
otros ojos que miran por encima del aire,
por encima de toda transparencia distante,
y esta es mi pena ahora: el término y distancia;

el que yo muera siempre, mientras los otros cantan
cuando yo me deshago de llanto entre las yerbas
buscando la sonrisa que olvidan las estrellas
al huir presurosas ante la luz del día.

Yo me iría tirando también como los otros
en un cauce perfecto mis redondas palabras;
pero no puedo, no; hay otras formas mudas
que me llaman más hondo que la voz de las aguas.

Yo sé que nadie ignora la vida de mis ojos
allí donde la niebla tiene rosas moradas,
y el silencio devora la imagen de otra luna
hecha de anochecidas canciones apagadas;

allí donde los nardos son palomas crecidas
con las alas quebradas,
y el jilguero no es sólo la dulzura de un canto,
sino una ruta ancha por donde de puntillas
llega de noche el alba;

quiero decir: allí donde todas las hojas
elaboran por dentro de la savia fecunda
de sus verdes entrañas,
la presencia de una primavera enterrada,
en donde están gritando de angustia por su vida
las rosas que no nacen;

allí están mis ojos: los ojos de mi sangre,
los que miran tan sólo por encima del aire,
por encima de toda transparencia distante;
los ojos que me dieron, que no fueron de carne;

allí están en la sangre
mirando el lado opuesto, la forma diferente,
el oculto sentido de la carne y la esencia;
porque todas las cosas tienen su doble sombra,
hasta la voz y el viento.

Franklin Mieses Burgos

Lunes 2 de agosto de 2010



Hermanos:

Alguno de ustedes se habrá enterado de que estuve en Miami desde el pasado miércoles hasta hoy domingo. Digo que se habrá enterado porque quien sigue a quijoteurbano por Twitter se habrá dado cuenta de que le he instalado un nuevo juguetico al Blackberry que permite ir coleccionando los lugares que visitas físicamente y tiene una opción, que yo mantuve encendida hasta el pasado viernes; para publicar en tiempo real, en Twitter y en Facebook, esos lugares visitados. Perdónenme la imprudencia de molestarlos con esas tonterías: que si fue al Publix, que acaba de salir CVS, que no le fue tan bien en Barnes & Nobles, que ayer llegó el otoño, el Sol de otoño... Ya he apagado la opción de compartir en Twitter y Facebook, pero sigo jugando con el juguetico, me han dicho que dan premios.

Viajaba con Patricia, que es una excelente compañera de viajes, de manera que el viaje fue agradable y plácido en todos los sentidos. El único contratiempo lo tuvimos al llegar y nos percatamos del mismo cuando ya estábamos en la casa. Al llegar al Aeropuerto Internacional de Las  Américas (AILA), hicimos migración sin novedad, recogimos las maletas, que se tardaron en salir bastante más de lo que usualmente tardan, y tomamos el vehículo que nos llevaría hasta nuestra casa. Al llegar a la casa pregunté donde estaban las películas en DVD que había comprado en Miami. Esa pregunta desató el temporal: Habíamos dejado el bulto de mano al lado de la correa que transporta las maletas en el área previa al registro de Aduanas. Un bulto de mano de esos que se arrastran, pero sin etiqueta, sin identificación ni rastro alguno de su dueño. Yo por suerte contaba con Patricia, que podía recitar en cualquier orden los elementos presentes en el interior de ese bulto de mano.

En un acto de Fe lo declaré salvable.

Salimos rumbo al AILA con Patricia, prueba viviente del derecho de propiedad sobre el bulto de mano; y en el camino llamamos a Giselle, a Pedro, a Eddy, a Omar y a Esteban; todos ellos gente buena que nos ayudo a capear el temporal.

El bulto de mano apareció intacto. Lo tenía la línea aérea, Américan Airlines, bajo su custodia.

Para mí fue una agradable sorpresa el comprobar que era posible hacer realidad ese acto de Fe que declaraba salvable lo perdido.

Gracias a Giselle, a Pedro, a Eddy, a Omar, a Esteban, gracias a Américan Airlines,  y a los dominicanos y extranjeros que respetaron un bulto de mano sin rastro alguno de su dueño, dejado en libertad en los alrededores de la zona de aduanas de un aeropuerto lleno de gente.

Bien, ahora a lo nuestro.

Hoy les traigo a Franklin Mieses Burgos, el poeta dominicano que más hondo me cala, con su "Canción de la niña que iba sola".

Que tengan bonita semana.

Mario
www.poemadelunes.blogspot.com
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Canción de la niña que iba sola

Sonó lenta y sin alarde
la ronca voz de una torre.

Por el camino sin nadie
venía un perfume de cobre;
por el camino sin nadie
de la tarde.

- ¡Oh, linda, te lo diré
ahora que estamos solos;
un redondo mar sin peces
son tus ojos!

-La tarde borda jacintos
de tafetán sobre el cielo.

-¡Si quieres uno, yo puedo
sobre tus trenzas ponerlo!

-No, déjame sin jacintos
lucir así mis cabellos.

-¿Flotando sueltos al viento
como las alas de un cuervo?

-O de un retazo de noche
caído desde los cielos.

-¡Oh, linda, linda, no puedo
con la sombra de tu pelo!

Suena lenta y sin alarde
la ronca voz de una tarde.

Por el camino sin nadie
vino un perfume salobre;
por el camino sin nadie
de la tarde.