domingo, 25 de marzo de 2012

Lunes 26 de marzo de 2012




Hermanos:

Yo siento un amor por todos los lugares, presencias y momentos que me acompañaron en mi niñez y cuyo entorno no ha cambiado a lo largo de mi vida, ya que nunca he pasado más de 30 días corridos fuera de mi isla. A ese objeto amado le quiero llamar patria y a ese amor que le tengo, llamarlo patriotismo.

Así las cosas, el olor húmedo de tierra y hojas caídas de los cacaos; el misterioso y agudo silbido al encender o apagar la televisión de tubos, inaudible para mis padres, o el rítmico canto del Julián Chiví; el ser testigo presencial, a los diez años y  a menos de cinco metros, del que fue para mi el primer abuso policial; el momentáneo abrazo de mujer, sin aparente excusa que lo induzca. Todo eso y más, termina siendo patria, y el amor que le tengo, patriotismo.

Hago esta reflexión porque siento que existe la visión de que el enemigo de la existencia  sin fronteras, el enemigo de la humanidad como una sola entidad política,  es el patriotismo. No es así. El patriotismo, el amor por mi patria, no me lleva a explotar los recursos naturales de ningún territorio ni a esclavizar a nadie, sí me motiva a defender las vidas y los recursos físicos del entorno más cercano, aquellos que por historia y tradición han sido nuestros; pero el patriotismo no está reñido con la existencia de una humanidad sin fronteras.

El problema es que existen unos entes sin patria, del patio y extranjeros, que aprovechan las desigualdades para explotar sin misericordia y para provecho propio, las vidas y  los recursos naturales de ese entorno que es soporte y existencia misma de esa patria amada. Y así no puede ser.

Desde el intelecto puedo saber, y de hecho sé, que soy hermano de toda la humanidad. Voy camino a sentir esa hermandad total, todavía no la siento. La patria chica, esa de hermanos, tiene círculos concéntricos que con el tiempo se ensanchan. Mis círculos de hermanos no abarcan el planeta todavía. De manera que ante un conflicto entre el Imperio Inglés y la Argentina, a mi no me pregunten, yo voy a estar del lado de Argentina. Desconozco a qué huele el holandés o el tulipán, Soy amante del té, pero no sé a qué saben los ingleses.

Bien, luego de esta reflexión, ahora a lo nuestro.

Hoy les traigo a Pedro Lezcano, poeta canario, con la primera estrofa de su poema "Oda a la muchacha de la paz"

Que tengan bonita semana.

Mario
www.poemadelunes.blogspot.com
www.quijoteurbano.blogspot.com


Oda a la muchacha de la paz (fragmento)


Yo vi mi luz primera en unos ojos
serenos de muchacha
y si nacer es ver la luz primera,
mujer, tu eres mi patria.








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