domingo, 24 de marzo de 2013

Lunes 25 de marzo de 2013




Hermanos:

Hoy, cuando se escribe esta entrega de "poema de lunes", es Domingo de Ramos, inicio de la Semana Santa. Cuando era pequeño, digamos hasta mi adolescencia, no salí fuera de la ciudad a vacacionar porque mis padres no tenían esa costumbre. Mi  Semana Santa era de procesiones con soldados romanos, beatas muy mayores, los párrocos y el clero en perfecto orden; alguna estatua de una Virgen llorosa, cargada en los hombros de  los hombres más fuertes y que se balanceaba como péndulo al compás de la marcha que interpretaba la banda de música del cuerpo de bomberos. Al final venía el Cristo, el de La Pasión, la corona de espinas, la cruz a cuestas...

A mis ojos de niño todo aquello me impactaba enormemente, no entendía por qué a un hombre bueno le hacían pasar por ese suplicio, todavía no lo entiendo. Es decir, no lo entiendo aquí y ahora, que sucede lo mismo.

A partir de mi adolescencia empecé a vacacionar en la Semana Santa. Jarabacoa, Puerto Plata, Boca Chica; y ya un poco más adulto La Romana y Las Terrenas; pero en ese vacacionar, y es una reflexión que quiero compartirles, siempre estuvo presente la pregunta de niño: ¿Por qué a un hombre bueno le hicieron pasar ese suplicio?

Así, se llega a los cincuenta y siete. He visto mucho, no me muero de espanto y creo saber algunas cosas:

Todo Ser Humano tiene en su más profunda intimidad una verdad interior. Unas ganas de hacer, para llegar a ser aquel que debo ser. Yo, católico, digo que es una suerte de memoria particular de la plenitud de la otra vida, un aroma de cielo.

Convertir en vida esa verdad interior es el camino de la plenitud del Ser Humano.

Convertir en vida esa verdad interior es el camino de la salvación.

Bien, ahora a lo nuestro. Hoy les traigo a Pedro Casaldáliga C.M. F.,  poeta español y misionero Claretiano, obispo de una comunidad brasileña y defensor de la teología de la liberación.

Que tengan bonita Semana Santa.

Mario
Jesús de Nazareth

¿Cómo dejarte ser Tú mismo,
sin reducirte, sin manipularte?
¿Cómo, creyendo en Ti, no proclamarte
igual, mayor, mejor que el Cristianismo?

Cosechador de riesgos y de dudas,
debelador de todos los poderes,
Tu carne y Tu verdad, en cruz, desnudas,
contradicción y paz ¡eres quien eres!

Jesús de Nazareth, hijo y hermano,
viviente en Dios y pan en nuestra mano
camino y compañero de jornada.

Libertador total de nuestras vidas,
que vienes, junto al mar, con la alborada,
las brasas y las llagas encendidas.

Pedro Casaldáliga



"Precisamente porque soñamos, tenemos derecho a la utopía; y la vida carece de sentido cuando no la vivimos persiguiendo el sueño"

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