Hermanos:
Esta semana les traigo un poema que fue mi compañero en los años setentas. Se trata del Canto XII de Alturas de Machu Picchu, de Pablo Neruda.
Joan Baez, cantante norteamericana de origen latinoamericano, tiene una versión en la que inserta el poema dentro de un himno titulado “No nos moverán”. Esa versión de Joan Baez recorrió nuestra América en los años setentas.
Otro grupo que ha trabajado este poema es el grupo chileno “Los Jaivas”, quienes tienen un video desde el mismo escenario de Machu Picchu.
Tanto la versión de Joan Baez como la de Los Jaivas las subiré mañana a la página de poema de lunes de manera que desde mañana la podrán disfrutar.
En otro orden de ideas les comento que estaré de viaje desde este martes próximo hasta el domingo 4 de noviembre. Voy a la Feria de la Construcción de Bologna, Italia y luego pasaré unos días en Madrid.
Pero nada de preocuparse, poema de lunes llegará desde Bologna, a tiempo como de costumbre.
Que tengan una bonita semana.
Mario
www.quijoteurbano.blogspot.com
XII
Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre.
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