lunes, 13 de octubre de 2008

De la pérdida de la buena dicción y otros quebrantos




Hermanos:

Durante la semana que acaba de pasar fue el cumpleaños de Patricia y lo celebramos en casa. Muchos de los que asistieron son incondicionales de poema de lunes, de manera que si desean ver las fotos, las he subido a http://web.me.com/m.berges

En otro orden de ideas les comento que del 12 al 16 del próximo mes de noviembre estaré en la Ciudad de Mexico acompañando a Patricia que irá a la Asamblea de Laboratorios Clínicos de Latinoamérica. Son muy pocos días para tanta vida, pero ya veremos cómo aprovechamos ese corto tiempo lo mejor que podamos.

Desde mi esquina de aprendiz de poeta leo los periódicos y me espanto de que la mala apuesta de muchos en el casino financiero tenga que ser pagada por una humanidad que en su inmensa mayoría no sabe siquiera que el casino existe.

La verdad es que son tiempos raros, me complace pensar que son tiempos de parto. Nunca como ahora la humanidad ha tenido tanta interconexión, si la utilizamos para comunicarnos podemos acelerar el parto y hacer que la niña, porque seguro será niña, nazca hermosa y sea buena.

Ahora a lo nuestro. Hoy les traigo a Delfina Acosta, poeta del Paraguay de fina sensibilidad. Espero que les guste su poesía.

Esta semana poema de lunes llegará un poco más temprano que de costumbre porque voy a la boda de una pareja muy querida y eso es ahora, al mediodía de hoy domingo y como en la fiesta estarán mis amigotes, es posible que termine perdiendo la buena dicción o la percepción temporo-espacial del inminente lunes en mi casa.

Que tengan bonita semana.

Mario



SUCEDE

Sucede que mi carne se deshoja
porque ella es desde antes mi enemiga.
Morir o envejecer. La tarde quieta,
la noche tan callada en mis mejillas,
me ocurren. Y me ocurre la penumbra
del corazón. De niña no sabía...

Me hablaban de muñecas de cristal,
de la importancia de las blancas cintas
en el cabello verde, o me llevaban
al cine. Me contaban las mentiras
que a ellas les dijeron, y yo, buena
y sana fui instalada en una esquina
del tiempo hasta que ahora, a la hora
de aquel reloj que marca el mediodía,
me digo, finalmente, que en mi rostro
el sol se puso ya. Cuán largo día...





EL PINO EN LAS PENUMBRAS

Sobre tus hombros inclinar mi rostro.
Un lirio aún vivo que encontré, contarte.
Soy la culpable de tus versos lúgubres
donde una llama ciega y negra arde.

"El pino en las neblinas" es un verso,
y todo cuanto muere o cuanto nace:
la ropa de la flor, la carne blanca
de las orquídeas que al amor se abren.
Mirarte amado, y verme en tu mirada.
Besar tu anillo gris, pero abrazarte
como si el tiempo fuera a despedirse.

¿Que es ésto de perderse y encontrarse?
Por un camino de furiosas hojas
llegaron los fantasmas de la tarde.
Tú, mi alma sola, y yo, también, tu alma,
si rondan ya los últimos amantes.





DE MEMORIA

Tienen las ramas esta madrugada
el bienvenido aliento de las rosas.
Las blancas mariposas de mis manos
nadie las ve, ¡y cómo te devoran!

Donde tú estás, allí, mi amor te llama.
Yo quiero que me escuches. Es ahora
el tiempo del encuentro. ¿No percibes
cómo se buscan, sin saber, las cosas?

Amigo, amante, déjame decirte
y dime tú también. Llegó la hora.
Las lágrimas con luces del rocío,
el soplo de cristal, las altas olas
nos buscan, llameando, desde ayer.

Abren caminos, árboles, auroras.
Amado, nuestros besos, tantos besos
y un beso yo los supe de memoria.
Debajo del rojizo sol de flores
te aguardo siempre dentro de mi sombra.

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