Hermanos:
Hoy es 9 de Julio, día de la Independencia Argentina y desde este “poema de lunes” queremos felicitar, en sus fiestas patrias, a los argentinos que nos siguen cada semana.
Aprovecho la ocasión para relatar un hecho histórico poco conocido pero de gran significación para los dominicanos:
“A comienzos de 1920, un barco de guerra argentino, el Crucero 9 de Julio, se encontraba en Centroamérica realizando visitas de cortesía. Previamente había acompañado a México a una embarcación uruguaya, que llevaba al país azteca los restos del ex ministro y poeta de ese país, Amado Nervo, fallecido en Montevideo el 24 de mayo del año anterior.
Por aquel tiempo la República Dominicana se encontraba (al igual que su vecina Haití) intervenida militarmente por los Estados Unidos desde 1916. Al llegar a dicho país, el capitán de fragata Francisco Antonio de la Fuente, comandante del 9 de Julio, se vio ante un aprieto. En cada país visitado el protocolo manda saludar a la bandera disparando salvas desde los cañones. El problema era a cuál de las banderas saludar en esa situación, si la norteamericana, que flameaba oficialmente desde la intervención, o la dominicana natal.
De la Fuente consultó cablegráficamente al embajador argentino en Washington, Tomás Le Bretón, quien transmitió la inquietud a Buenos Aires. El Ministerio de Marina consultó al Presidente Yrigoyen quién, instruyó sin dudar: "Id y saludad al pabellón dominicano".
El 13 de enero, el barco argentino, al entrar al puerto de Santo Domingo, ofreció sus 21 cañonazos a una bandera del país anfitrión especialmente izada para el evento. Dicha actitud entusiasmó a la población de tal manera, que la gente se agolpaba de a cientos en el puerto, desafiando el estado de sitio impuesto por las tropas ocupantes. Al día siguiente la delegación argentina fue agasajada en un club de la ciudad, en donde el poeta local Fabio Fiallo leyó una composición improvisada, a la que puso el nombre del crucero visitante.
Al año siguiente, Yrigoyen recibió una carta de un grupo de patriotas dominicanos que sesionaban en la clandestinidad, en la cual agradecían aquel gesto, y reconocían su incondicional apoyo a
la causa de la República.” (http://www.bolinfodecarlos.com.ar/211006_Yrigoyen.htm)
Hermoso gesto de hermano mayor que los dominicanos agradecemos en el alma.
Ahora les presento un poema de Mario Benedetti para que inicien la semana con buen pie.
Que tengan una bonita semana.
Mario
www.quijoteurbano.blogspot.com
El mar es un azar,
¡qué tentación echar una botella al mar!
Poner en ella, por ejemplo, un grillo,
un barco sin velamen y una espiga,
sobrantes de lujuria, algún milagro
y un folio rebosante de noticias.
Poner un verde, un duelo, una proclama,
dos rezos y una cábala indecisa;
el cable que jamás llegó a destino y
la esperanza pródiga y cautiva.
El mar es una azar
¡qué tentación echar una botella al mar!
Poner en ella, por ejemplo, un tango
que enumerara todos los pretextos
para apiadarse a solas de uno mismo
y quedarse en el borde de otro sueño.
Poner promesas como sobresaltos
y el poquito de sol que da el invierno
y un olvido flamante y oneroso
y el rencor que nos sigue como un perro.
El mar es un azar,
¡qué tentación echar una botella al mar!
Poner en ella, por ejemplo, un naipe,
un afiche de Dios -el de costumbre-,
el tímpano vanal del horizonte,
el reino de los cielos y las nubes.
Poner recortes de un asombro inútil,
un lindo vaticinio de agua dulce,
una noche de rayos y centellas
y el saldo de veranos y de azules.
El mar es un azar,
¡qué tentación echar una botella al mar!
Pero en esta botella navegante
sólo pondré mis versos en desorden,
en la espera confiada de que un día
llegue a una playa cándida y salobre
y un niño la descubra y la destape,
y en lugar de estos versos halle flores
y alertas y corales y baladas
y piedritas del mar y caracoles.
El mar es un azar,
¡qué tentación echar una botella al mar!
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