lunes, 14 de julio de 2008

Matilde

Hermanos:

Matilde era sencilla, natural, silvestre y bella.

Incapaz del asombro.

Para ella todo tenía su explicación en la naturaleza misma, así de simple.

Para nosotros, ingenieros trabajando fuera de casa y viviendo en casa de solteros, era una gran ayuda.

Nos cocinaba con amor y su menudo cuerpo se paseaba por la casa cuando hacía la limpieza o cuando nos ayudaba con la compra del super.

Su mayor desilusión había sido separarse de su esposo cinco años atrás.

Una mañana de lunes llegó Mati acompañada de una hermosa niña de unos dos años, su hija.

Al regresar del trabajo la tarde de ese lunes le pregunté con picardía: "Mati, ¿cómo es posible que tengas una niña de dos años si te separaste de tu esposo cinco años atras?"

Su respuesta silvestre aroma mi memoria.

Bajando la mirada me dijo:

"Fue que yo lo dejé queriéndolo"


Lo relatado ocurrió en Santiago de los Caballeros, al caer la tarde de un día de principios de abril de 1990 y no lo olvido.

He querido iniciar este poema de lunes con un relato como el de Matilde porque la verdad es que la economía no anda bien en estos tiempos y si ella anda mal, lo social y lo político no esperan mucho para descomponerse.

Se acercan tiempos difíciles en los que tendremos que apelar a cuanto de humanidad tengamos dentro, para dar una respuesta solidaria e incluyente, que poniendo el acento en el hombre, nos eleve a todos en dignidad conjurando la pobreza en este mundo.

Un ocurrido como el de Matilde nos ayuda a descubrirnos frágiles, humanos, capaces de la entrega por amor.

Necesitaremos de Matilde.

Ahora a lo nuestro.

Hoy les traigo a "Carito" de León Gieco, poeta y cantautor argentíno, nacido en Santa Fe, en noviembre de 1951.

Que tengan bonita semana.

Mario


Publicado en El Nacional por Pablo Mckinney
¡Gracias Pablo!










Carito


Sentado solo en un banco en la ciudad
con tu mirada recordando el litoral
tu suerte quiso estar partida
mitad verdad mitad mentira
como esperanza de los pobres prometida

Andando solo bajo la llovizna gris
fingiendo duro que tu vida fue de aquí
Por qué cambiaste un mar de gente
por donde gobierna la flor
mirá que el río nunca regaló el color

Carito, suelta tu pena
se haga diamante tu lágrima
entre mis cuerdas
Carito, suelta tu piedra
para volar como el zorzal
en primavera

En Buenos Aires los zapatos son modernos
pero no lucen como en la plaza de un pueblo
Deja que tu luz chiquitita
hable en secreto a la canción
para que te ilumine un poco más el sol

Cualquier semilla cuando es planta quiere ver
la misma estrella de aquel atardecer
que la salvó del pico agudo
refugiándola al oscuro
de la gaviota arrasadora de los surcos

Carito, yo soy tu amigo
me ofrezco árbol
para tu nido
Carito, suelta tu canto
que el abanico en mi acordeón
lo está esperando


León Gieco.

2 comentarios:

Patricia Báez Martínez dijo...

Qué linda Matilde, la pobre, no se daba cuenta que la existencia de esa niña no era solo producto de que ella haya amado a ese hombre, sino de que el padre, como todo hombre machista, entiende que la que fue "su mujer" sigue siendo suya. Creo que así se acotejan mejor las responsabilidades.

Patricia Báez Martínez dijo...

Qué linda Matilde, la pobre, no se daba cuenta que la existencia de esa niña no era solo producto de que ella haya amado a ese hombre, sino de que el padre, como todo hombre machista, entiende que la que fue "su mujer" sigue siendo suya. Creo que así se acotejan mejor las responsabilidades.