lunes, 19 de marzo de 2007

Lunes 19 de Marzo de 2007

Hermanos:

 

Este lunes les traigo dos poemas de Franklin Mieses Burgos, poeta dominicano, capitaleño, extraordinario.

 

En el primer poema nos presenta el compromiso de la poesía con la sociedad, con la historia. Un compromiso que es  tanto de aquel cuyo oficio es mostrar la poesía, como de aquel que la recibe: “Esta canción estaba tirada por el suelo…/…la hallaron unos hombres que luego me la dieron porque tuvieron miedo de aprender a cantarla…”

 

El segundo poema es un hermoso canto lleno de metáforas surrealistas. El tema es básicamente humano y social: “Ya llegó la vendimia de los frutos sin nombre…”

 

Espero que disfruten la entrega.

 

Como saben, estos poemas de lunes y otros videos con poemas, los publico en www.poemadelunes.blogspot.com  y si tienen algún amigo o amiga a quien le pudiera interesar recibir los poemas de lunes, no vacilen en darme su correo electrónico.

 

Que tengan una bonita semana.

 

Mario

 

 

 

 

ESTA CANCIÓN ESTABA TIRADA POR EL SUELO

Esta canción estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
la hallaron unos hombres que luego me la dieron
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.

Yo entonces ignoraba que también las canciones,
como las hojas muertas caían de los árboles;
no sabia que la luna se enredaba en las ramas
náufragas que sueñan bajo el cristal del agua,
ni que comían los peces pedacitos de estrellas
en el silencio de las noches claras.

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
que eran todas posibles en la tierra del viento,
en donde la leyenda no es una hierba mala
crecida en sus riberas, sino un árbol de voces
con las cuales dialogan las sombras y las piedras.

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
cuando aún no era mía
esta canción que estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
pero ahora ya sé de las formas distintas
que preceden al ojo de la carne que mira,
y hasta puedo decir por qué caen de rodillas,
en las ojeras largas que circundan la noche,
las diluidas sombras de los pájaros.

 

 

 

 

LOS CABALLOS DE SURO VIENEN POR EL VIENTO

Ya llegó la vendimia
de los frutos sin nombre,
en donde en cada germen
que oculta la simiente
hay un hálito macho
gozando una doncella;
yo la vi desde el árbol
donde el viento -nodriza
de los retoños nuevos-
mece la dulce cuna
de las ramas más altas
y ha llegado tan sólo
porque el rosal crecido
tiene todas sus manos
llenas de voces blancas.

- ¡Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento!

-Un paso más, y ahora
descolgarás la luna
sin que nadie nos diga
que es una voz distante,
una gardenia muerta,
o una canción redonda
clavada sobre el cielo.

- ¡Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento!

-Únicamente aquellos
que todavía no saben
que la tierra es muy grande
y sólo de unos pocos,
únicamente estos
no abrirán su piedad
a la mirada triste
de los niños sin pan
y los perros sin dueño.

- ¡Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento!

-No le digas a nadie
que los pinos son hechos
con el canto crecido
de los pájaros muertos;
no le digas a nadie
que la tarde te hastía
con su mirada enorme
de bestia fatigada.

La humanidad se cansa
de la desdicha ajena,
del llanto que no brota
del fondo de sus ojos.

- ¡Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento!
y está lloviendo siempre
- ¡siempre! -
una lluvia de cielo
por la noche del aire.

 

 

Franklin Mieses Burgos

 

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