Hermanos:
En esta oportunidad les traigo dos poemas de Juana de Ibarbourou, Juana de América, como fue llamada esta uruguaya gigante.
Gracias por la retroalimentación positiva que recibo por los poemas de lunes y gracias también por compartirlos con sus amigos.
Si alguno está interesado en recibirlos directamente, basta que me den el correo electrónico y yo lo añado a la lista.
Que tengan una bonita semana.
Un abrazo,
Mario
www.quijoteurbano.blogspot.com
LA PEQUEÑA LLAMA
Yo siento por la luz un amor de salvaje.
Cada pequeña llama me encanta y sobrecoge.
¿No será cada lumbre un cáliz que recoge
el calor de las almas que pasan en su viaje?
Hay unas pequeñitas, azules, temblorosas,
lo mismo que las almas taciturnas y buenas.
Hay otras casi blancas: fulgores de azucenas.
Hay otras casi rojas: espíritu de rosas.
Yo respeto y adoro la luz como si fuera
una cosa que vive, que siente, que medita,
un ser que nos contempla transformado en hoguera.
Así, cuando yo muera he de ser a tu lado
una pequeña llama de dulzura infinita
para tus largas noches de amante desolado
LA HIGUERA
Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.
En mi quinta hay cien árboles bellos
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.
En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos, que nunca
de apretados capullos se viste...
Por éso,
cada vez que yo paso a su lado
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
-Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto.
Sí ella escucha,
sí comprende el idioma en que hablo,
¡que dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
Y tal vez, a la noche,
cuándo el viento abanique su copa,
embriagada de goze le cuente:
-¡Hoy a mí me dijeron hermosa!
Juana de Ibarbourou
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