lunes, 19 de enero de 2009

La historia de las cosas





Hermanos:

Me he encontrado con un vídeo interesante en Internet que quiero compartirlo con ustedes.

Se trata de un vídeo llamado "The story of stuff" (La historia de las cosas). En el se trata de explicar la historia de las cosas producidas, desde la extracción de la materia prima hasta su destino final en el basurero. Se llama la atención hacia el hecho de que ese proceso es lineal en un medio finito, por lo que necesariamente encontrará límites. Lo tengo subido en español en uno de mis blogs, el enlace es "La historia de las cosas".

Esta tercera semana de enero ha pasado rápido y en Santo Domingo hay en agenda una convocatoria hecha por el Presidente para una Cumbre con las "fuerzas vivas de la nación", para discutir las posibles alternativas de un plan para enfrentar la amenaza de la crisis financiera global y otros finales. La convocatoria ha sido recibida con desgano por las organizaciones de la sociedad civil porque se piensa, con merecidas razones, que el gobierno es muy dado a hablar de diálogo, pero la verdad es que no tiene el oido atento a la escucha. De manera que al final del diálogo se hace lo que el gobierno desde un principio quería hacer y basta.

Aún así, la sociedad dominicana de hoy es muchícimo más activa y libre socialmente que esa misma sociedad hace cuarenta años. Lento pero viene, como dice Benedetti, hablando del futuro.

Mañana salgo para la ciudad de Miami con Patricia. Estaremos de vuelta el próximo lunes 26 de enero. Vamos aprovechando dos días feriados de nuestro calendario, El 21 de enero es día de la Virgen de la Altagracia , protectora del pueblo dominicano y el 26 de enero es día de nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte , fundador de La Trinitaria, organización que logró nuestra independencia.

De manera que el próximo poema de lunes lo estarán recibiendo desde Miami, Dios mediante.

Ahora a lo nuestro.

Les comenté que en mi cumpleaños Bebeto me regaló dos antologías de Rubén Darío recopiladas por Alberto Acereda. Una de las antologías tiene por tema "Poesía erótica" y la otra "Poemas filosóficos". Pues bien, les traigo dos poemas de la poesía erótica de Rubén Darío.

Como podrán ver al leer los poemas, se trata de poemas de un amor infantil, de hecho es el amor sentido por dos niñas, un amor muy alejado del vórtice de la pasión y la sensualidad. De manera que pensé que por lo menos en estos dos ejemplos era abusivo calificar esa poesía de erótica al amor sentido por estas dos niñas. Cuál no sería mi sorpresa cuando fui al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, aquella que "Límpia, fija y da esplendor" y este nos dice que cuando se dice erótica de una poesía lo que se está diciendo es que trata del tema del amor

Espero que les guste.

Mario





Sonatina

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».



Allá en la playa quedó la niña

Allá en la playa quedó la niña.
¡Arriba el ancla! ¡Se va el vapor!
El marinero canta entre dientes.
Se hunde en el agua trémula el sol.
¡Adiós! ¡Adiós!

Sola, llorando sobre las olas,
mira que vuela la embarcación.
Aún me hace señas con el pañuelo
desde la piedra donde quedó.
¡Adiós! ¡Adiós!

Vistió de negro la niña hermosa.
¡Las despedidas tan tristes son!
Llevaba suelta la cabellera
y en las pupilas llanto y amor.
¡Adiós! ¡Adiós!



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