domingo, 30 de diciembre de 2007

Lunes 31 de Diciembre de 2007

Hermanos:

Ya estamos en el último día del año 2007.

Esta noche celebraremos la llegada de un nuevo año.

Es un momento que se presta para revisar lo vivido, abjurar de los errores cometidos y hacer votos por el restablecimiento del reinado de la cordura y la armonía en lo personal y en nuestras relaciones con el ecosistema.

Tengo un amigo que me asegura que el primer lunes de enero es el día que más asistencia reportan los gimnasios.

Me gusta la enseñanza atribuida a Confucio que dice: "Un viaje de mil leguas empieza con un paso". De manera que en mi caso por lo menos, lo que tengo que pedir es perseverancia y fortaleza.

Bueno, dejemos de lado, por un momento, los arrepentimientos y las promesas de fin de año y vamos a lo nuestro.

Hoy les traigo una canción relativa a la navidad y el fin de año. Es de Silvio Rodríguez y es humilde y humana.

También les envío un poema de Bernardo Valdés que nos envía Carmen Morlas, amiga colombiana de "poema de lunes". Gracias Carmen.

En la próxima entrega comento el cumpleaños. Pido perdón por no tener fotos, es la falta de costumbre, nunca tomo fotos.



CANCIÓN DE NAVIDAD
Silvio Rodríguez (Cuba)


El fin de año huele a compras,
enhorabuenas y postales
con votos de renovación;
y yo que sé del otro mundo
que pide vida en los portales,
me doy a hacer una canción.
La gente luce estar de acuerdo,
maravillosamente todo
parece afín al celebrar.
Unos festejan sus millones,
otros la camisita limpia
y hay quien no sabe qué es brindar.

Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego,
que no tienes ninguna.

Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo
lleva más para amarla.

Tener no es signo de malvado
y no tener tampoco es prueba
de que acompañe la virtud;
pero el que nace bien parado,
en procurarse lo que anhela
no tiene que invertir salud.

Por eso canto a quien no escucha,
a quien no dejan escucharme,
a quien ya nunca me escuchó:
al que su cotidiana lucha
me da razones para amarle:
a aquel que nadie le cantó.

Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego,
que no tienes ninguna.

Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo
lleva más para amarla.



ALBORADA


A mí me asombra siempre que la luna
se adentre tan desnuda por los campos
y que luego se vaya sin dejarnos
algún retal de su vestido roto,
como deja la lluvia
alguna huella de su paso.
Me asombra que la noche no disponga
de nada más tangible que las sombras
para hacerse más real, unos sueños que dejen
algo así como un polen
que quedase en el aire suspendido
para posarse luego
sobre todas las cosas
que inevitablemente la mañana
parece estar dispuesta a destruir.

Bernardo Valdés






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