lunes, 18 de febrero de 2008

Lunes 18 de Febrero de 2008

Hermanos:

La propuesta de reunión mensual tuvo buena acogida, pero lo que parece que ha generado cierto desacuerdo es el asunto del calendario lunar. Era de esperarse dado el alto porcentaje de cronopios confesos en esta comunidad de poema de lunes. Es harto conocido que los cronopios no se ponen de acuerdo a la primera.

Bueno, seguiremos dándole forma a la idea y seguiremos recibiendo sus sugerencias, una buena tertulia bohemia le hace falta a la ciudad.

Hoy les traigo dos poemas de Oliverio Girondo.

Ya dije en algún momento que conocí su poesía al ver la película "El lado oscuro del Corazón". Hermosa obra de Eliseo Subiela sobre fragmentos de la vida de un poeta bohemio en Buenos Aires.

Si no la han visto, se las recomiendo encarecidamente. Yo la tengo y la puedo prestar siempre que bajo la fe del juramento me garanticen la devolución.

Espero que les gusten los poemas de Girondo.

Les comento que anoche participé en el concierto de Gal Costa que fue grandioso, magnífico.

Una de las canciones, que por lo que entendí de portugués no ha sido publicada, valió, ella sola, el concierto. Se trata de "Yo se cómo besar el corazón de una mujer". Extraordinaria la Gal.

Bueno, que tengan una bonita semana.

Mario





PUEDES JUNTAR LAS MANOS

La gente dice:
Polvo,
Sideral,
Funerario,
y se queda tranquila,
contenta,
satisfecha.

Pero escucha ese grillo,
esa brizna de noche,
de vida enloquecida.
Ahora es cuando canta
Ahora y no mañana
Precisamente ahora.
Aquí. A nuestro lado...

Como si no pudiera
cantar en otra parte.
¿Comprendes?
Yo tampoco.
Yo no comprendo nada.


No tan sólo tus manos
son un puro milagro.
Un traspiés, un olvido,
y acaso fueras mosca,
lechuga, cocodrilo.

Y después... esa estrella.
No preguntes.
¡Misterio!


El silencio.
Tu pelo.
Y el fervor,
la aquiescencia
del universo entero,
para lograr tus poros,
esa ortiga, esa piedra.

Puedes juntar las manos.
Amputarte las trenzas.
Yo daré mientras tanto
tres vueltas de carnero.




DICOTOMÍA INCRUENTA

Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano

que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo

que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible
que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen
de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos
y los llantos fingidos.


Oliverio Girondo

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