lunes, 26 de enero de 2009

La niña y su estrella




Hermanos:

Como les comenté la semana pasada, este lunes es feriado en Santo Domingo. Es día de Juan Pablo Duarte, el fundador de nuestra nacionalidad. Fue un hombre con un sueño, un compromiso con ese sueño y el coraje para no traicionarse nunca. Ese sueño es el hilo conductor de nuestra historia hasta nuestros días. Todas nuestras gestas reproducen ese sueño y todos nuestros héroes lo compartieron.

Preguntaba Pablo Mckinney, un entrañable seguidor de poema de lunes, ¿qué nos pasa como sociedad? ¿por qué no logramos ponernos de acuerdo en un proyecto de nación?

Creo que las razones están todas relacionadas con el hecho de que no hemos sido capaces de socializar ese sueño.

Necesitamos espacios que vinculen a todos los sectores de la sociedad dominicana. Espacios en donde nos encontremos y podamos reconocernos como iguales, donde podamos descubrir en el otro nuestro sueño.

Juan Bosch, el dominicano que mejor dibujó ese sueño en el siglo pasado, comprometido con ese sueño y también con el coraje para no traicionarse, escribió unos versos que dicen:

"Yo quiero ser entre lo hombres: Hombre.
Yo quiero ser entre los bravos: Bravo.
Quiero llegar a donde dios se esconde
y al mismo dios arrebatarle el rayo"

Ahora a lo nuestro.

Hoy, complaciendo peticiones y ya que hablamos de sueños, les traigo otro poema de Rubén Darío, el que le dedicó a Margarita Debayle.

confío en que les guste.

Que tengan bonita semana.

Mario




A Margarita Debayle

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.

Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,

un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.

Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?»

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar».

Y dice ella: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.


Rubén Darío

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me a encantado es muy bonita

Unknown dijo...

Me ha hecho recordar mi niñez, pues una gran mujer que me educó me recitaba este bello poema

Unknown dijo...

Siendo niña me la aprendí de memoria para recitarla en ceremonia.