lunes, 23 de noviembre de 2009

Abuso en la escuela





Hermanos:

En sexto de primaria tuve un profesor amargado por las heridas de la Guerra Civil Española. Yo, con apenas 10 años no entendía de republicanos y fascistas. Para mí, el único problema era sobrevivir, día a día, la experiencia de muerte que representaba el pasarme cinco horas del día a su lado.

Mi primer acercamiento a la corrupción él me lo ofreció cuando le perdonaba castigos a compañeros que contribuían, con dinero, a causas que él inventaba y para las cuales diariamente solicitaba nuestra contribución: "Dinero para las Hermanitas de la Caridad de Vigo, en España", "dinero para la reconstrucción de un Colegio Calasanz en Murcia que se había quemando totalmente en un incendio". Al final todo resultó ser mentira y el último año que sirvió como profesor fue el nuestro.

Lo que pueda decir de ese tiempo de muerte es siempre poco para la realidad que vivimos ese año escolar. En Dominicana un cocotazo es un golpe que alguien le propina a otro sobre la cabeza, con el nudillo fuerte del dedo mayor y el puño cerrado. Ese año presenciamos la exhibición de cocotazos que esa bestia le propinó a uno de nuestros compañeros. Lo más indigno de ese espectáculo era que el compañero tenía que, a cada cocotazo, decir de cual región de España provenía: "Ese es el gallego", llorando..., "ese es el valenciano", más llanto... Yo hice crisis.

La vida me dió dos oportunidades.

La primera, a los 17 años, me la brindó al finalizar el último examen del bachillerato. Al salir del examen caminé por el pasillo y me encontre a un grupo de profesores y entre ellos al profesor de marras que estaba visitando casualmente el colegio. En esa oportunidad, mientras yo me acercaba él me tendió su mano. Mi oportunidad consistió en dejársela tendida a lo que él replicó, -¿No te acuerdas de mí? y yo le respondí: "¡No me acuerde esa experiencia de muerte!"

La segunda oportunidad, la del perdón, me la brindó la vida ya más adulto, casado y con hijos. No puedo precisar que edad tenía pero puedo decir que la calle de El Conde aún no era peatonal. Transitando por la Calle El Conde, ya adulto y con hijos, lo alcancé a ver, lo llamé y le dije: "lo quiero mucho profesor". El, metiendo su mano en el vehículo, la puso en mi hombro y me dijo: "yo sabía que tu eras de los buenos".

Yo creo que nunca entendió nada.

Toda esta historia la cuento porque encontré un poema que él nos ponía como tarea para que hiciéramos lo que él llamaba análisis morfológico, que no era más que decir que era gramaticalmente cada palabra del poema: Oigo: Voz activa, modo indicativo, presente, singular, primera persona del verbo oir.

Aquí les dejo el poema al dos de mayo.

Que tengan bonita semana.

Mario
www.poemadelunes.blogspot.com
www.quijoteurbano.blogspot.com


A los héroes del 2 de mayo y A la nación española

Oigo, patria, tu aflicción, y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto, la campana y el cañón.

Sobre tu invicto pendón miro flotantes crespones,
y oigo alzarse a otras regiones en estrofas funerarias,
de la iglesia a las plegarias, y del Arte las canciones.

Lloras porque te insultaron los que su amor te ofrecieron...
¡A ti, a quien siempre temieron porque tu gloria admiraron:
a ti, por quien se inclinaron los mundos de zona a zona;
a ti, soberbia matrona, que libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo que el peso de tu corona!

Doquiera la mente mía sus alas rápidas lleva,
allí un sepulcro se eleva cantando tu valentía;
desde la cumbre bravía que el sol indio tornasola
hasta el África, que inmola sus hijos en torpe guerra,
¡no hay un puñado de tierra sin una tumba española!

Tembló el orbe a tus legiones, y de la espantada esfera
sujetaron la carrera las garras de tus leones;
nadie humilló tus pendones ni te arrancó la victoria,
pues de tu gigante gloria no cabe el rayo fecundo
ni en los ámbitos del mundo ni en los libros de la Historia.

Siempre en lucha desigual canta su invista arrogancia
Sagunto, Cádiz, Numancia, Zaragoza y San Marcial;
en tu seno virginal no saben hacer tus vasallos
frenos para sus caballos con los cetros extranjeros...

Y hubo en la tierra un hombre que osó profanar tu manto...
¡Espacio falta a mi canto para maldecir su nombre...!
Sin que el recuerdo me asombre, con ansia abriré la historia;
presta luz a mi memoria, y el mundo y la patria a coro
oirán el himno sonoro de tus recuerdos de gloria.

Aquel genio de ambición que, en su delirio profundo,
cantando guerra hizo al mundo sepulcro de su nación,
hirió al íbero león, ansiando a España regir,
y no llegó a percibir, ebrio de orgullo y poder
que no puede esclavo ser pueblo que sabe morir.

¡Guerra!, clamo ante el altar el sacerdote con ira;
¡guerra!,repitió la lira con indómito cantar;
¡guerra! gritó el despertar el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra pasos extraños se oyeron.,
hasta las tumbas se abrieron gritando: ¡Venganza y guerra!

La Virgen con patrio ardor ansiosa salta del lecho;
el niño bebe en el pecho odio a muerte al invasor;
la madre mata su amor, y cuando calmada está,
grita al hijo que se va: "¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate y muere; tu madre te vengará...!"

Y suenan patrias canciones cantando santos deberes,
y van roncas las mujeres empujando los cañones;
al pie de libre pendones el grito de patria zumba.
Y el rudo cañón retumba, y el vil invasor se aterra,
y al suelo le falta tierra para cubrir tanta tumba...

Mártires de la lealtad, que del honor al arrullo
fuisteis de la patria orgullo y honra de la Humanidad.
En la tumba descansad, que el valiente pueblo íbero
jura con rostro altanero que, hasta que España sucumba
no pisará vuestra tumba la planta del extranjero.

Bernardo López García (1840-1870)

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