lunes, 16 de agosto de 2010

Lunes 2 de agosto de 2010



Hermanos:

Alguno de ustedes se habrá enterado de que estuve en Miami desde el pasado miércoles hasta hoy domingo. Digo que se habrá enterado porque quien sigue a quijoteurbano por Twitter se habrá dado cuenta de que le he instalado un nuevo juguetico al Blackberry que permite ir coleccionando los lugares que visitas físicamente y tiene una opción, que yo mantuve encendida hasta el pasado viernes; para publicar en tiempo real, en Twitter y en Facebook, esos lugares visitados. Perdónenme la imprudencia de molestarlos con esas tonterías: que si fue al Publix, que acaba de salir CVS, que no le fue tan bien en Barnes & Nobles, que ayer llegó el otoño, el Sol de otoño... Ya he apagado la opción de compartir en Twitter y Facebook, pero sigo jugando con el juguetico, me han dicho que dan premios.

Viajaba con Patricia, que es una excelente compañera de viajes, de manera que el viaje fue agradable y plácido en todos los sentidos. El único contratiempo lo tuvimos al llegar y nos percatamos del mismo cuando ya estábamos en la casa. Al llegar al Aeropuerto Internacional de Las  Américas (AILA), hicimos migración sin novedad, recogimos las maletas, que se tardaron en salir bastante más de lo que usualmente tardan, y tomamos el vehículo que nos llevaría hasta nuestra casa. Al llegar a la casa pregunté donde estaban las películas en DVD que había comprado en Miami. Esa pregunta desató el temporal: Habíamos dejado el bulto de mano al lado de la correa que transporta las maletas en el área previa al registro de Aduanas. Un bulto de mano de esos que se arrastran, pero sin etiqueta, sin identificación ni rastro alguno de su dueño. Yo por suerte contaba con Patricia, que podía recitar en cualquier orden los elementos presentes en el interior de ese bulto de mano.

En un acto de Fe lo declaré salvable.

Salimos rumbo al AILA con Patricia, prueba viviente del derecho de propiedad sobre el bulto de mano; y en el camino llamamos a Giselle, a Pedro, a Eddy, a Omar y a Esteban; todos ellos gente buena que nos ayudo a capear el temporal.

El bulto de mano apareció intacto. Lo tenía la línea aérea, Américan Airlines, bajo su custodia.

Para mí fue una agradable sorpresa el comprobar que era posible hacer realidad ese acto de Fe que declaraba salvable lo perdido.

Gracias a Giselle, a Pedro, a Eddy, a Omar, a Esteban, gracias a Américan Airlines,  y a los dominicanos y extranjeros que respetaron un bulto de mano sin rastro alguno de su dueño, dejado en libertad en los alrededores de la zona de aduanas de un aeropuerto lleno de gente.

Bien, ahora a lo nuestro.

Hoy les traigo a Franklin Mieses Burgos, el poeta dominicano que más hondo me cala, con su "Canción de la niña que iba sola".

Que tengan bonita semana.

Mario
www.poemadelunes.blogspot.com
www.quijoteurbano.blogspot.com


Canción de la niña que iba sola

Sonó lenta y sin alarde
la ronca voz de una torre.

Por el camino sin nadie
venía un perfume de cobre;
por el camino sin nadie
de la tarde.

- ¡Oh, linda, te lo diré
ahora que estamos solos;
un redondo mar sin peces
son tus ojos!

-La tarde borda jacintos
de tafetán sobre el cielo.

-¡Si quieres uno, yo puedo
sobre tus trenzas ponerlo!

-No, déjame sin jacintos
lucir así mis cabellos.

-¿Flotando sueltos al viento
como las alas de un cuervo?

-O de un retazo de noche
caído desde los cielos.

-¡Oh, linda, linda, no puedo
con la sombra de tu pelo!

Suena lenta y sin alarde
la ronca voz de una tarde.

Por el camino sin nadie
vino un perfume salobre;
por el camino sin nadie
de la tarde.



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