domingo, 24 de octubre de 2010

Lunes 25 de octubre de 2010





Hermanos:

En esta oportunidad les escribo desde Pittsburgh, ciudad de estudiantes marcada por dos ríos.

Estoy participando en la Convención del Instituto Americano del Concreto (ACI) que es la organización que crea los códigos de la buena práctica de la ingeniería en todo lo referente al concreto. Debo decir que la convención, aunque muy importante y necesaria para mi profesión, no pasa de ser una buena excusa si se sabe que Mario mi hijo y Laura su esposa viven en Pittsburgh. De manera que Patricia y yo estamos con Mario y Laura disfrutando de esta hermosa ciudad y de su otoño que es un espectáculo.

Les comento que en este mundo académico hay creciente preocupación por el tema ecológico. Parece ser que la tecnología actual no nos permite mantener indefinidamente el nivel de demanda de energía que tenemos. Esto así porque la energía que obtenemos de los hidrocarburos tiene como producto adicional dióxido de carbono (CO2) en forma de gas que va a la atmósfera y es la causa principal del efecto invernadero que termina produciendo el calentamiento global.

Vista esa realidad, la cosa es simple. Existen tres escenarios posibles:
  • Buscamos fuentes de energía verde, sin huella ecológica y en cantidad suficiente como para mantener la creciente demanda (energía eólica, nuclear, fusión y otras)
  • Bajamos la demanda de energía, lo que quiere decir que seamos más eficientes en el uso de los recursos energéticos y probablemente también eximirnos de lujos superfluos: Comprar agua San Pellegrino o Vichy Catalán, aquí en América, obliga a un transporte marítimo que tiene una gran huella ecológica.
  • Asistir a la desaparición del homo sapiens de la faz de la tierra.
Si me preguntan a mi, creo que la humanidad encontrará salida, pero esa salida pasa por cada uno de nosotros. En lo que aparece una tecnología que nos permita producir energía verde en cantidad suficiente, tenemos que esforzarnos en disminuir nuestra huella ecológica, es decir, disminuir la cantidad de dióxido de carbono que con nuestra acciones contribuimos a lanzar a la atmósfera.

Por el buen futuro de una humanidad que no conoceremos, tenemos que hacernos más conscientes y ponernos límites.

Bien, ahora a lo nuestro.

Hoy les traigo a Neruda con su poema Barrio sin luz.

Disfrútenlo.

Que tengan bonita semana.

Mario
www.poemadelunes.blogspot.com
www.quijoteurbano.blogspot.com


Barrio sin luz

¿Se va la poesía de las cosas
o no la puede condensar mi vida?
Ayer -mirando el último crepúsculo-
yo era un manchón de musgo entre unas ruinas.

Las ciudades -hollines y venganzas-,
la cochinada gris de los suburbios,
la oficina que encorva las espaldas,
el jefe de ojos turbios.

Sangre de un arrebol sobre los cerros,
sangre sobre las calles y las plazas,
dolor de corazones rotos,
podre de hastíos y de lágrimas.

Un río abraza el arrabal
como una mano helada que tienta en las tinieblas:
sobre sus aguas se avergüenzan
de verse las estrellas.

Y las casas que esconden los deseos
detrás de las ventanas luminosas,
mientras afuera el viento
lleva un poco de barro a cada rosa.

Lejos... la bruma de las olvidanzas
-humos espesos, tajamares rotos-,
y el campo, ¡el campo verde!, en que jadean
los bueyes y los hombres sudorosos.

Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas,
mordiendo solo todas las tristezas,
como si el llanto fuera una semilla
y yo el único surco de la tierra.


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