domingo, 20 de marzo de 2011

Lunes 21 de marzo de 2011








Hermanos:

Alberto, el segundo de mis hijos, regresó de Boston el pasado viernes. Estuvo en Boston por un año y dos meses haciendo una Maestría en Banca y Finanzas en la Escuela de Derecho de Boston University. Al llegar y como para ponerse de nuevo en ambiente me propuso un viaje con dos de sus amigos y con Marcos, el tercero de mis hijos. Yo simplemente debía nombrar el lugar donde iríamos y así sería.

Pues bien, ayer sábado nos fuimos los cinco a Los Haitises, un parque nacional protegido, en el litoral sur de la Bahia de Samaná.

El paseo incluyó un recorrido en bote por dentro de unas cuevas llenas de pictografías taínas. Gran día. La verdad es que es una bendición poder compartir con un hijo de 24 y otro de 17 y con sus amigos.

En otro orden de ideas les comento que el pasado jueves fui invitado a hablarles a un grupo de jóvenes de la Pastoral de la Juventud de la Iglesia Católica, acerca de "Cómo vive la vida el laico comprometido". Bonita experiencia. Les hablé de escuchar y seguir el llamado a servir a la sociedad en que nos ha tocado vivir, hice una defensa apasionada del matrimonio, como base de la familia y bendición divina; y terminé con un llamado a la acción a favor de una vida digna para todos. Laicos comprometidos: Hombres del mundo en el corazón de la Iglesia y hombres de Iglesia en el corazón mismo del mundo.

En este poema de lunes hablé de Alberto y de Marcos, me faltó Mario, el mayor, y siento que no puedo cerrar el poema sin mencionarlo: Mario, sigue en Pittsburgh, de profesor en Carnegie Mellon; a principios de abril estará con nosotros porque viene a Dominicana a participar como jurado en un concurso literario.

Bien, ahora a lo nuestro.

Hoy les traigo Julia Burgos, poeta puertorriqueña que ya habíamos incluido en una entrega anterior. Disfrútenlo.

Mario



Poema con la última tonada

¿Que adónde voy con esas caras tristes
y un borbotón de venas heridas en mi frente?
Voy a despedir rosas al mar,  a deshacerme
en olas más altas que los pájaros,
a quitarme caminos que ya andaban
en mi corazón como raíces...

Voy a perder estrellas,  y rocíos,
y riachuelitos breves donde amé la agonía
que arruinó mis montañas
y un rumor de palomas  especial,
y palabras...

Voy a quedarme sola,
sin canciones, ni piel,
como un túnel por dentro,
donde el mismo silencio
se enloquece y se mata.

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