domingo, 12 de febrero de 2012

Lunes 13 de feb rero de 2012



Hermanos:

Benedetti inmortal decía que quería lanzar una botella al mar conteniendo sus versos en desorden, y deseaba que un niño la descubriera y la destapara,

"...y en lugar de estos versos halle flores
y alertas y corales y baladas,
y piedritas del mar y caracoles."

Cada vez que hablo con los jóvenes hay un alerta que quisiera transmitirles, una reflexión fruto de mi evidente mayoría de edad, y es esta: Al mirar hacia atrás se comprende que la vida ha sido una suma de decisiones.

Amado Nervo, otro poeta de nuestra América, decía:

"Muy cerca de mi ocaso yo te bendigo vida...

...Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino,
que si extraje la hiel o la miel de las cosas
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
Cuando planté rosales, coseché siempre rosas."

Al tocar estos temas con los jóvenes hay que abrir un espacio amplio de respeto y escucha. Entender que ellos están seguros de tener toda la verdad y tener nosotros los mayores, la certeza de que algunas verdades sí las tienen. Hay muchas verdades de mi fe de joven, proscritas entonces, que sobrevivieron y hoy me apuntalan.

Si la vida es una suma de decisiones, entonces, cómo garantizar que las decisiones tomadas sean correctas, esa es la clave de este tema. Lo primero sería fijar el objetivo. ¿Qué es correcto?  En sentido general lo que sea mejor para los intereses de los más, es más correcto. Los Jesuitas dicen: "El bien mayor", entre dos objetivos buenos, el que produzca mayor bien. Siempre recuerdo que mamá me decía: "Actúa de tal manera que tu conducta pueda ser elevada a norma universal". Ahí están los criterios, pero debo decir que todos tenemos un viento interior que nos arrima a la verdad.

El problema viene porque el mal, y debo llamarlo de alguna otra manera porque los jóvenes reniegan abiertamente de esas categorías, entonces debo decir,  lo que nos destruye, se introduce como algo inocente incapaz de hacer daño por lo débil: "Siéntate aquí, no te afanes, descansa en esta silla". Ese es el momento de decirle un "No" interior, resuelto, que evite su fortalecimiento y su eventual dominio de la situación.

El secreto está en el objetivo y en cómo lo perseguimos: La perseverancia.

Una sentencia que se atribuye a Confucio dice: "Una mala acción no es suficiente para convertirte en un hombre perdido. Una buena acción no es suficiente para convertirte en un hombre virtuoso. Así, el hombre vulgar no se cuida de las malas acciones y las hace; y no le da importancia a las buenas y no las hace; hasta que su culpa lo tiene en un cepo que le hiere la cabeza hasta las orejas"

Eso vale para todos. Todos estamos hechos de la misma materia, el Santo y el criminal. Nadie es mejor que nadie. Se aborrece la falta, se acoge al ser humano.

Bien, ahora a lo nuestro.

Hoy les traigo una canción de Silvio Rodríguez, enormísimo poeta y cantor cubano: Historia de las sillas.

Que tengan bonita semana.

Mario

www.poemadelunes.blogspot.com
www.quijoteurbano.blogspot.com


Historia de las sillas

En el borde del camino hay una silla
la rapiña merodea aquel lugar
la casaca del amigo está tendida
el amigo no se sienta a descansar

Sus zapatos, de gastados, son espejos
que le queman la garganta con el Sol
y a través de su cansancio pasa un viejo
que le seca con la sombra el sudor.

En la punta del amor viaja el amigo,
en la punta más aguda que hay que ver.
Esa punta que lo mismo cava en tierra
que en las ruinas, que en un rastro de mujer.

Es por eso que es soldado y es amante,
es por eso que es madera y es metal,
es por eso que lo mismo siembra rosas
que razones de banderas y arsenal.

El que tenga una canción tendrá tormenta
el que tenga compañía, soledad.
El que siga buen camino tendrá sillas
peligrosas que lo inviten a parar.

Pero vale la canción buena tormenta
y la compañía vale soledad.
Siempre vale la agonía de la prisa
aunque se llene de sillas la verdad.


1 comentario:

Liss dijo...

Wao, Don Quijote Urbano. La publicación de hoy me llegó a lo más profundo.

Cuanta verdad: "El que siga un buen camino tendrá sillas, peligrosas que lo inviten a parar"