domingo, 28 de junio de 2009

Lunes 15 de junio de 2009




Hermanos:

Este fin de semana ha sido de celebración en casa por la graduación de abogado de Alberto, nuestro segundo hijo. El acto de graduación fue el sábado en la Puca, como le dicen los jóvenes a la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucamaima), en Santiago de Los Caballeros, primer Santiago de América. Durante el acto de graduación tanto el Rector de la Universidad como el Obispo de Santiago, que fueron los oradores principales, llamaron la atención hacia la corrupción presente en toda nuestra trama social y exhortaron a los jóvenes graduandos a enfrentar ese mal social en todas sus manifestaciones.

Un día como hoy, 14 de junio del año 1959, un grupo de jóvenes dominicanos entró en territorio dominicano en una invasión que nuestra historia conoce como como la Invasión del 14 de junio. Esos dominicanos vinieron a derrocar el régimen tiránico de Trujillo que ya tenía 29 años en el poder. La tiranía fue implacable. Los escasos sobrevivientes de la gesta heroica quedaron vivos para comprobar que 50 años después nuestra sociedad no ha encontrado el camino de la dignidad y del decoro que tan valientemente ellos nos brindaron con su ejemplo. Aún así, no fue en vano. Nuestra sociedad ha ido avanzando a paso lento, pero siempre avanzando. Somos un país "...sencillamente tórrido y pateado como un adolescente en las caderas", al decir de nuestro poeta nacional Don Pedro Mir. Vaya pues nuestro agradecimiento sincero y profundo a los Heroes del 14 de junio.

Ahora a lo nuestro.

Hoy les traigo de nuevo a Oliverio Girondo con dos de sus poemas: Solo y Tríptico.

Que tengan bonita semana.

Mario
www.quijoteurbano.blogspot.com
www.poemadelunes.blogspot.com


SOLO

Solo,
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraria,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.

Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí,
o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterias,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.



TRÍPTICO

I

Tendido
entre lo blanco,
la vi.

Se aproximaba.
Las pupilas baldías,
el cuerpo inhabitado,
sin cabellos,
sin labios, inasible,
vacía;
junto a mí
a mi lado...

¡Toda hecha de nada!
Se sentó.

¿Me esperaba?

La miré.
Me miraba.


II

Ya estaba entre sus brazos
de soledad,
y frío,
acalladas las manos,
las venas detenidas, sin un pliegue en los párpados,
en la frente,
en las sábanas;
más allá de la angustia,
desterrado del aire,
en soledad callada,
en vocación de polvo,
de humareda,
de olvido.

III

¿Era yo,
la voz muerta,
los dientes de ceniza,
sin brazos,
bajo tierra,
roído por la calma,
entre turbias corrientes,
de silencio,
de barro?

¿Era yo,
por el aire,
ya lejos de mis huesos,
la frente despoblada,
sin memoria,
ni perros,
sobre tierras ausentes,
apartado del tiempo,
de la luz,
de la sombra;
tranquilo,
transparente?

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