martes, 4 de mayo de 2010

Pena capital






Hermanos:

Ayer sábado 24 de abril se cumplieron 45 años del inicio de lo que se conoce en nuestra historia como la Revolución de Abril de 1965. Ese evento histórico tuvo su origen en el deseo de reponer a Juan Bosch en la presidencia de la República, luego de que hubiera sido depuesto en septiembre de 1963 por un golpe de Estado.

Ese 24 de abril de 1965 sectores de las Fuerzas Armadas leales al proceso constitucional y al retorno de Bosch, repartieron armas al pueblo y rápidamente la correlación de fuerzas daba como vencedores a los constitucionalistas. En lo que se conoce como la Batalla del Puente Duarte, el pueblo en armas y los militares constitucionalistas detuvieron el avance de los miiltares adversos concentrados básicamente en la Base Aérea de San Isidro y comandados por el General Elias Wessin y Wessin. La consigna de los constitucionalistas bajo el mando de Francis Caamaño, nuestro Coronel de Abril, era "No pasarán" y de hecho no pasaron ese puente.

Hay un sueño dominicano que nos convoca. Un ideal de nación que nos permite reconocernos. Un sueño que recorre nuestra historia y se expresa en lo mejor de nuestras gestas. Un sueño que recorre nuestro día y se expresa en sonrisas y en abrazos. Un sueño de hombres y mujeres libres para el bien, con condiciones de vida dignas, con justicia y equidad que garanticen la armonía de la sociedad. Un sueño de niños bien nutridos y educados y de envejecientes respetados y protegidos por la sociedad.

Ese sueño en su momento se encarnó en Juan Bosch y el colofón del evento histórico que pudo haberlo traído de regreso y que ya parecía inminente, fue que los norteamericanos, cuatro días despues del 24 de abril de 1965 desembarcaron en Santo Domingo cuarenta y dos mil marines para evitar que el sueño se cumpliera.

Todavía hoy andamos persiguiendo ese sueño.

En otro orden de ideas les comento que durante la semana pasé dos días en Puerto Rico por razones de trabajo y pude reunirme con Enid y conocer a Victor, su esposo. Enid es una gran amiga puertorriqueña a quien conocí en Nairobi en el 2003, en ocasión de la Asamblea General de las Comunidades de Vida Cristiana (CVX). Gracias por la acogida. Queda pendiente la visita de ustedes a Santo Domingo, anímense!!

Bien, ahora vamos a lo nuestro.

Hoy les traigo un texto de Mario Benedetti, un relato corto. Yo no lo conocía, lo leí hace apenas cuatro o cinco días. Se encuentra en su libro "Vivir adrede" cuya primera edición es de 2007. Se titula "Pena capital" y es una joya. Disfrútenla.

Que tengan bonita semana.

Mario
www.poemadelunes.blogspot.com
www.quijoteurbano.blogspot.com


Pena capital

Esto me lo contó Eustaquio, un tipo bastante extraño:

“Allá en mi lejana adolescencia, yo jugaba al fútbol. Arquero, golero, guardarmeta, goalkeeper, todo eso. Atajaba que era un lujo. Hasta que un día me tiraron un penal, la pelota me dio en pleno estómago y estuve desmayado como media hora. Cuando volví en mí, lo primero que hallé fue la mirada compungida del asesino (tarde piaste ¿no?) que había ejecutado la pena. A veces los cronistas deportivos la llaman ‘pena máxima’ o ‘pena capital’, o sea una denominación que para los leguleyos es sinónimo de muerte. La verdad es que a mí me fusilaron.

Aún ahora, 70 años después, cuando veo fútbol por televisión y el juez decreta la ‘pena máxima’ en el trágico instante en que el homicida acomoda la pelota o la ball o el esférico, y veo al pobre arquero que se persigna con ojos de pánico, cierro los ojos pues si sigo mirando y veo la ejecución, me vuelve el antiguo dolor de estómago y tengo miedo de desmayarme. Porque (y que esto quede bien claro) juegue el equipo que juegue, yo siempre estoy de parte del golero y no del asesino."

Mario Benedetti

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