martes, 4 de mayo de 2010

Salvador y sus encrucijadas






Hermanos:

Durante la semana participé en una tertulia que se reúne los últimos martes de cada mes en el Restaurante Vizcaya, posiblemente el más antiguo restaurante de Santo Domingo.

El martes pasado Renato, contertulio y gran amigo, nos habló de Salvador, hombre honrado y trabajador de su pueblo.

Salvador tenía dos realidades encontradas: El hombre bebía y además tenía una mujer muy fuerte y dominante.Tan pronto el bueno de Salvador cobraba su salario, la mujer le quitaba el dinero y sólo le dejaba tres o cuatro pesos en el bolsillo.

Era su destino y todo el pueblo sabía que Salvador se bebería esos tres o cuatro pesos y que luego, repleto de valor alcohólico, se emplazaría en la acera de enfrente de su casa a gritarle de viva voz y de cuerpo presente a su mujer: - Abusadora!!, Chantajista!!, y cuanta palabra dura le pasara por la cabeza; pero siempre de lejos y guardando la distancia, porque cuando ella le hacía señas con las manos para que fuera a la casa, él respondía abanicando de un lado a otro el brazo con el dedo índice de la mano derecha extendido, que no, que el no iría a someterse de nuevo a sus dominios.

Una tarde, cuando regresaba a su casa, algún desalmado del pueblo al verlo pasar le gritó: -Salvador, borracho!! y Salvador, con la dignidad propia del hombre honrado, le respondió:

"Jamás fue grande
quien nació rastrero
y si en su pecho alberga
un corazón mezquino
seguirá siendo bajo
aunque se suba al cielo."


Bienvenidos Alfonso, Tirso, Renato, Gerardo, Frank, María Eugenia y Manzano a poema de lunes.

Bien, ahora a lo nuestro.

Hoy les traigo a Pablo Neruda con un poema titulado "Cuerpo de mujer"

Que tengan bonita semana.

Mario
www.poemadelunes.blogspot.com
www.quijoteurbano.blogspot.com


Cuerpo de mujer


Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mí honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme,
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

Pablo Neruda

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