lunes, 9 de mayo de 2011

Lunes 9 de mayo de 2011

Hermanos:

Estos poemas de lunes lo reciben muchos dominicanos y también muchos amigos entrañables fuera de Dominicana. Si tomamos en cuenta las redes internacionales, los dominicanos estamos en minoría.

Digo esto porque sé que últimamente la pasión por este oficio de quijoteurbano me ha llevado a abrumarlos con mis luchas. Decía Pablo Neruda: "Preguntareis, ¿Y dónde están las lilas? ¿Y la metafísica cubierta de amapolas...?"

También en medio de las lucha, la poesía se abre camino y florece: Una mirada, un abrazo solidario, un silencio compartido... Y la certeza de cuánto nos queremos!

Bien, hasta aquí las lilas y la metafísica cubierta de amapolas, ahora !Al combate!.

 

Quiero comentarles, muy brevemente para no abrumarlos, que me preocupa la constancia con que la Policía Nacional enfrenta a quienes exigen que se cumpla la ley de educación y se invierta  4% del PIB en ese sector cada año. Desde noviembre del pasado año hasta el pasado 4 de mayo de este año, todas las manifestaciones de la Coalición Educación Digna han sido de alguna manera limitadas por la Policía Nacional, y en tres ocasiones por lo menos, la última de las cuales ocurrió el pasado día 4 de mayo de 2011, la Policía Nacional ha intervenido arrebatando y rompiendo sombrillas amarillas propiedad de los manifestantes.

Cuántas sombrillas tendrán que arrebatar antes de que ocurra una desgracia?

 

Desgracia que ocurrirá, de continuar las agresiones, porque los que estamos en estas luchas sabemos de derechos y deberes.

Además, el pasado 4 de mayo, de alguna manera se filtró que ""El número "Uno" no quiere ver nada amarillo". Si es así, que pena. Esta lucha no era contra él.

El Presidente debe decir si patrocina o condena la agresión.

Bien, ahora a lo nuestro.

Hoy me debo repetir y traerles a Franklin Mieses Burgos con una de sus canciones.

Que tengan bonita semana.

Mario

www.poemadelunes.blogspot.com

www.quijoteurbano.blogspot.com

 


Esta canción estaba tirada por el suelo.

Esta canción estaba tirada por el suelo,             
como una hoja muerta, sin palabras;                   
la hallaron unos hombres que luego me la dieron       
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.         
                                                     
Yo entonces ignoraba que también las canciones.
como las hojas muertas caían de los árboles;         
no sabia que la luna se enredaba en las ramas         
náufragas que sueñan bajo el cristal del agua,       
ni que comían los peces pedacitos de estrellas       
en el silencio de las noches claras.                 
                                                     
Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales             
que eran todas posibles en la tierra del viento,     
en donde la leyenda no es una hierba mala             
crecida en sus riberas, sino un árbol de voces       
con las cuales dialogan las sombras y las piedras.   
                                                     
Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales             
cuando aún no era mía                                 
esta canción que estaba tirada por el suelo,         
como una hoja muerta, sin palabras;                   
pero ahora ya sé de las formas distintas             
que preceden al ojo de la carne que mira,             
y hasta puedo decir por qué caen de rodillas,         
en las ojeras largas que circundan la noche,         
las diluidas sombras de los pájaros.     

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