domingo, 6 de noviembre de 2011

Lunes 7 de noviembre de 2011






Hermanos:

El sábado pasado asistí al "Analisis de coyuntura" que se presenta mensualmente en el Centro Bonó. En esta oportunidad el tema tratado fue  "La educación inclusiva". Básicamente se trató el tema de la educación desde la perspectiva de los grupos humanos con discapacidades. Se presentó el carácter excluyente de las "Escuelas especiales", porque la composición misma de su población celebra la exclusión.

Pero quiero referirme a la tesis que presentó Magino Corporán, buen amigo y permanente luchador por estas causas. Magino dijo en su presentación que la discapacidad no era de los no videntes, tampoco de los sordos, ni de los que tienen deficiencias motrices o de los que tienen deficiencias mentales; no, la verdadera discapacidad, dijo,  era de la sociedad dominicana, incapaz de ofrecer oportunidades de desarrollo pleno a esos sectores, incapaz de incorporarlos a la producción con garantías de vida digna.

Me sumo al pensamiento de Magino.

Después de todo, cada uno de nosotros los humanos tenemos más de una discapacidad: Es tan ciego el que no ve una flor, como aquel que no ve que no muere una flor sin que tiemble una estrella.

Bien, ahora a lo nuestro.

Durante la semana he tenido presente un poema de Rubén Darío que quiero compartirles. Se trata de Sonatina, una joya de la literatura castellana. Disfrútenla.

Que tengan bonita semana.

Mario
www.poemadelunes.blogspot.com
www.quijoteurbano.blogspot.com


Sonatina
La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidado se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe del Golconsa o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
]o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nulumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte ,
a encenderte los labios con su beso de amor!

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