domingo, 6 de enero de 2013

Lunes 7 de enero de 2013





Hermanos:

Un calendario agrícola oriental antiquísimo dice: " Tiempo de trueno: La tierra se estremece porque siente en su seno la semilla. El hombre busca mujer aún antes de que los hielos se deshielen".

La sentencia debe ser cierta porque aquí en Dominicana, muy lejanos en distancia y en cultura de los orientales, el campesino dice que si las muchachas pisan la flor de la Amapola se van, es decir, no aguantan, se van con los novios. Y la Amapola florece en enero-febrero, aún antes de que los hielos se deshielen. Bueno, aquí en Dominicana no hay hielos, pero digamos que aún antes de que finalice nuestro particular invierno.

Una copla popular que encontré, de autor desconocido por lo menos por mí, dice:

La mujer y la Amapola
en un tiempo se parecen:
La mujer busca marido
cuando las otras florecen.

Conforme a esta evidencia deben ser muchos los cumpleaños entre septiembre y diciembre. Otra cosa será en el hemisferio Sur.

Hay una entrega de Poema de Lunes anterior en la que hago referencia a este mismo tema y lo hago con más detalles. Aquí va el enlace para quienes deseen profundizar.

Bien, ahora la verdad simple, limpia, sin vueltas, la verdad patria o muerte es como sigue:  Las culturas orientales milenarias, las amapolas que allanan el camino, los témpanos de hielo que de amor se derriten y la tierra que truena porque siente semillas; son solamente excusas. La verdad es que vamos a ser abuelos y con la gracia de Dios será en septiembre: Tiempo de lago, la gran cosecha. Es propicia la comunidad entre los hombres. (siguiendo siempre el texto ancestral de la excusa)

Laura y Mario están esperando un bebé. Ambos viven en Pittsburgh, USA. Ella es Doctora en Medicina y trabaja en un Hospital de Pittsburgh y Mario es Doctor en Ingeniería y es profesor de Carnegie Mellon University en Pittsburgh.

Bien, ahora a lo nuestro.

Hoy les traigo dos poemas del mismo autor, Don José Pedroni, poeta argentino y a mi juicio, un ser humano con una sensibilidad especial hacia la familia.

En el primer poema habla del "Hornero". Se trata de un ave que al decir de Wikipedia existe también en Santo Domingo. Yo he preguntado y me han dicho que aquí se le llama Madame Sagá. Lo importante es que el "Hornero" es un ave que construye su nido como un horno, con dos recámaras, y lo más importante es que el Hornero, solamente tiene una pareja de por vida. De manera que se trata de un ave fiel hasta la muerte.

El segundo poema es a la Maternidad, y es lo más hermoso que se ha escrito para celebrar ese milagro.

La foto que acompaña esta entrega evoca el encuentro de María e Isabel. Ese encuentro está más allá de cualquier milagro.

Que tengan bonita semana.

Mario

Entremos

Esta es nuestra casa.
Entremos.
Para ti la hice
como un libro nuevo,
mirando, mirando
como hace el hornero.

Tuya es esta puerta;
tuyo este antepecho,
y tuyo este patio
con su limonero.

Tuya esta solana
donde en el invierno
pesará en tus párpados
tu adormecimiento.

Tuyo este emparrado
que al ligero viento
moverá sus sombras
sobre tu silencio.

Tuyo este hogar hondo
que reclama el leño,
para alzarte en humo,
para amarte en fuego.

Tuya esta escalera
por la cual, sin término,
subirás mi nombre,
bajaré mis versos.

Y tuya esta alcoba
de callado techo
donde siempre novios,
nos encontraremos.

Esta es nuestra casa.
¡Hazme el primer fuego!

Maternidad

Mujer: en un silencio que me sabrá a ternura,
durante nueve lunas crecerá tu cintura;
y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
vestirás simplemente y andarás con fatiga.

El hueco de tu almohada tendrá un olor a nido,
y a vino derramado nuestro mantel tendido.
Si mi mano te toca, tu voz, con la vergüenza,
se romperá en tu boca lo mismo que una copa.

El cielo de tus ojos será un cielo nublado.

Tu cuerpo todo entero, como un vaso rajado
que pierde un agua limpia. Tu mirada un rocío.

Tu sonrisa, la sombra de un pájaro en el río...

Y un día, un dulce día, quizá un día de fiesta
para el hombre de pala y la mujer de cesta;
el día en que las madres y las recién casadas
vienen por los caminos a las misas cantadas.

El día que la moza luce su cara fresca,
y el cargador no carga, y el pescador no pesca...
-tal vez el sol deslumbre; quizá la luna grata
tenga catorce noches y espolvoree plata
sobre la paz del monte; tal vez en el villaje
llueva calladamente; quizá yo esté de viaje...

Un día, un dulce día, con manso sufrimiento,
te romperás cargada como una rama al viento,
y será el regocijo de besarte las manos,
y de hallar en el hijo tu misma frente simple,
tu boca, tu mirada…, y un poco de mis ojos,

un poco…, casi nada.








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