martes, 6 de febrero de 2007

Lunes 18 de Diciembre de 2006

Todos los lunes envío a mis amigos, un poema de lunes.

Un ritual de inicio de semana.


Hermanos:

La de Paolo y Francesca es una historia de amor como la de Romeo y Julieta.

Los Da Polenta, que eran la familia de Francesca, tenían problemas con los Malatesta, que eran la familia de Paolo.

Para lograr una paz entre ambos, Guido Da Polenta, padre de Francesca, ofreció la mano de su hija en matrimonio a Giangiotto Malatesta, hijo mayor de Malatesta Da verucchio.

Giangiotto era feo y deforme y se las arreglaron para que la boda se realizara por medio del hermano de Giangiotto como representante de él.

Este hermano de Giangiotto era Paolo, un joven bien parecido quien al conocer a Francesca se enamoró de ella y al mismo tiempo ella también de él.

Cuando Francesca descubrió el engaño de que había sido objeto, su decepción fue total y al mismo tiempo marcó para siempre su amor por Paolo.

El destino de los amantes fue la muerte.

Esta historia nos llega a través de Dante y en la entrega de este lunes Neruda la toma como tema de su poema Ivresse que significa embriaguez o borrachera en francés.

IVRESSE

Hoy que danza en mi cuerpo la pasión de Paolo
y ebrio de un sueño alegre mi corazón se agita:
hoy que sé la alegría de ser libre y ser solo
como el pistilo de una margarita infinita;

oh mujer —carne y sueño—, ven a encantarme un poco,
ven a vaciar tus copas de sol en mi camino.
Que en mi barco amarillo tiemblen tus senos locos
y ebrios de juventud, que es el más bello vino.

Es bello porque nosotros lo bebemos
en estos temblorosos vasos de nuestro ser
que nos niegan el goce para que lo gocemos.
Bebamos.
Nunca dejemos de beber.

Nunca, mujer, rayo de luz, pulpa blanca de poma,
suavices la pisada que no te hará sufrir.
Sembremos la llanura antes de arar la loma.
Vivir será primero, después será morir.

Y después que en la ruta se apaguen nuestras huellas
y en el azul paremos nuestras blancas escalas
—flechas de oro que atajan en vano las estrellas—,
oh Francesca, hacia dónde te llevarán mis alas!

Pablo Neruda

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