martes, 6 de febrero de 2007

Lunes 8 de Enero de 2007

Hermanos:

Aquí les envío una muestra de la poesía de Carilda Oliver Labra.

Carilda es de Matanzas, Cuba. Actualmente debe tener setenta y tantos años (me pueden corregir los Nande -.Suarez) y al final de su vida encontró un amor joven.

Vive en Mantanzas, su pueblo natal, con su amante y sus gatos.

Conocí su poesía en un viaje a La Habana y quedé tan impresionado que le envié una carta, quizás debo decir, una botella al mar, porque solamente puse su nombre y Matanzas, por única dirección.

No se si habrá llegado la botella, pero en ella le decía cuanto me gustaba su poesía.

Aquí va la muestra.

Les recuerdo que si tienen a alguien que desee recibir estos poemas de lunes, solamente me tienen que dar su correo electrónico y yo lo añadiré a la lista.

Que tengan bonita semana.


CARILDA


Traigo el cabello rubio; de noche se me riza.
Beso la sed del agua, pinto el temblor del loto.
Guardo una cinta inútil y un abanico roto.
Encuentro ángeles sucios saliendo en la ceniza.

Cualquier música sube de pronto a mi garganta.
Soy casi una burguesa con un poco de suerte:
mirando para arriba el sol se me convierte
en una luz redonda y celestial que canta...

Uso la frente recta, color de leche pura,
y una esperanza grande, y un lápiz que me dura;
y tengo un novio triste, lejano como el mar.

En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos,
y hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos;
y sin embargo, a veces... ¡qué ganas de llorar!



ME DESORDENO AMOR, ME DESORDENO

Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.



MUCHACHO

Muchacho loco: cuando me miras
solemnemente de arriba abajo
siento que arrancas tiras y tiras
de mi refajo.

Muchacho cuerdo: cuando me tocas
como al descuido la mano, a veces,
siento que creces
y que en la carne te sobran bocas.

Y yo: tan seria, tan formalita,
tan buena joven, tan señorita,
para ocultarte también mi sed

te hablo de libros que no leemos,
de cosas tristes, del mar con remos;
te digo, usted...

Carilda Oliver Labra


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