Hermanos:
Aquí les envío una muestra de la poesía de Carilda Oliver Labra.
Carilda es de Matanzas, Cuba. Actualmente debe tener setenta y tantos años (me pueden corregir los Nande -.Suarez) y al final de su vida encontró un amor joven.
Vive en Mantanzas, su pueblo natal, con su amante y sus gatos.
Conocí su poesía en un viaje a La Habana y quedé tan impresionado que le envié una carta, quizás debo decir, una botella al mar, porque solamente puse su nombre y Matanzas, por única dirección.
No se si habrá llegado la botella, pero en ella le decía cuanto me gustaba su poesía.
Aquí va la muestra.
Les recuerdo que si tienen a alguien que desee recibir estos poemas de lunes, solamente me tienen que dar su correo electrónico y yo lo añadiré a la lista.
Que tengan bonita semana.
Traigo el cabello rubio; de noche se me riza.
Beso la sed del agua, pinto el temblor del loto.
Guardo una cinta inútil y un abanico roto.
Encuentro ángeles sucios saliendo en la ceniza.
Cualquier música sube de pronto a mi garganta.
Soy casi una burguesa con un poco de suerte:
mirando para arriba el sol se me convierte
en una luz redonda y celestial que canta...
Uso la frente recta, color de leche pura,
y una esperanza grande, y un lápiz que me dura;
y tengo un novio triste, lejano como el mar.
En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos,
y hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos;
y sin embargo, a veces... ¡qué ganas de llorar!
ME DESORDENO AMOR, ME DESORDENO
Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
MUCHACHO
Muchacho loco: cuando me miras
solemnemente de arriba abajo
siento que arrancas tiras y tiras
de mi refajo.
Muchacho cuerdo: cuando me tocas
como al descuido la mano, a veces,
siento que creces
y que en la carne te sobran bocas.
Y yo: tan seria, tan formalita,
tan buena joven, tan señorita,
para ocultarte también mi sed
te hablo de libros que no leemos,
de cosas tristes, del mar con remos;
te digo, usted...
Carilda Oliver Labra
No hay comentarios:
Publicar un comentario